Ahora mismo la República Popular China es el país con más reactores nucleares comerciales, ya sean operativos o en construcción, de todo el planeta. De acuerdo con los datos publicados el estado asiático cuenta con 102 reactores y se espera que 10 nuevos estén próximamente operativos para producir energía. Algunos de ellos van a estar colocados en lugares como el estrecho de Taiwán y el mar de China Meridional. Esta situación ha preocupado a la cúpula del EPL, el Ejército Popular de Liberación. Según los militares, podrían ser atacados en caso de conflicto militar abierto y causar daños catastróficos.
Entre los logros más recientes de China se destaca la puesta en marcha de la planta nuclear Qinshan Fase III, considerada una de las más grandes del mundo, con una capacidad de 12.500 millones de kWh. Esta expansión de la energía nuclear responde al objetivo nacional de reducir la dependencia de fuentes de energía no renovables y alcanzar metas climáticas más ambiciosas, algo que debería celebrarse.
Sin embargo, según un nuevo estudio del EPL, muchas de estas instalaciones, especialmente las situadas en la costa, podrían convertirse en objetivos estratégicos durante una guerra abierta.
La experiencia de la guerra entre Rusia y Ucrania ha sido determinante para este cambio de percepción dentro del Ejército Popular de Liberación. Incidentes como los ataques con drones y artillería a la planta de Zaporizhzhia y los drones lanzados recientemente sobre el reactor abandonado de Chernóbil han demostrado que los reactores nucleares ya no son considerados "zonas prohibidas" durante los conflictos armados, a pesar de las normativas internacionales como las Convenciones de Ginebra que prohíben estos ataques. Estas realidades han llevado a los estrategas chinos a considerar estos escenarios como plausibles, dejando de ser solo marcos teóricos como antes.
El EPL ha hecho un llamamiento para estudiar dónde se colocan las próximas centrales nucleares
En el informe realizado por el EPL se contemplan diversos tipos de ataque posibles contra las centrales nucleares, como bombardeos estratégicos, misiles de precisión e incluso misiles nucleares. Continuando con el documento publicado, estos ataques podrían dañar gravemente componentes esenciales de los reactores, provocar filtraciones de radiación y contaminar el aire, el agua, el suelo e incluso los suministros alimenticios para la población china que se aloja en las proximidades de estos. Además, no hay ni que decir que el impacto ecológico, las consecuencias para la población civil serían de carácter catastrófico
Ante estos riesgos tan graves, el EPL ha recomendado el desarrollo de un modelo de evaluación de riesgos para guiar la ubicación de futuras plantas nucleares que se aprueben, porque está claro que el gobierno chino aprobará la construcción de más en el futuro. También sugiere implementar medidas estrictas de seguridad física y establecer planes de emergencia sólidos para enfrentar posibles ataques en un futuro. Estas recomendaciones buscan adaptarse al cambiante panorama estratégico global. Sobre todo, tras la corta, pero intensa, guerra comercial con Estados Unidos.
Este análisis coincide con una declaración conjunta entre China y Rusia sobre la amenaza creciente de un conflicto nuclear, motivado por las tensiones con potencias occidentales como Estados Unidos y la OTAN. En este contexto, la preocupación china refleja un temor más amplio: la posible desaparición de los tabúes que hasta ahora protegían la infraestructura nuclear en tiempos de guerra. Algo que no solo podría afectar a China, también al resto de países que cuentan con este tipo de infraestructuras para alimentar sus ciudades e industrias.
En resumen, mientras China acelera su desarrollo nuclear por razones económicas y ecológicas, también reconoce que esta misma infraestructura podría convertirse en un blanco estratégico y vulnerable en futuros conflictos internacionales. Hay que remarcar que China no cree que vaya a haber un conflicto de este tipo en un horizonte próximo. Ahora bien, eso no implica que no estén preparados para cualquier contingencia que haya en un futuro cercano o lejano.