Cuando el precio de algo crece hasta niveles inaceptables, y eso es lo que ha sucedido con el gas, el consumo de dicho servicio o bien se reduce aunque se trate de algo esencial. Por eso, el territorio de la UE ha registrado una reducción del consumo de gas entre agosto de 2022 y enero de este año equivalente al 19%. La comisaria europea de Energía, la estonia Kadri Simson. dice que se trata de un esfuerzo necesario.

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Cambio en los patrones de consumo

Los jerarcas europeos, haciendo valer aquello de no hay mal que por bien no venga, presumen esta semana durante la Conferencia Internacional de Energías Renovables que Madrid acoge entre estos 20 y 23 de abril de que los niveles de almacenamiento “se mantienen y los patrones de consumo de los 27 países que integran la UE son más eficaces”. Por lo visto, “la mayor penetración de las renovables” en Europa permitirá a la región “pasar también el próximo invierno”. La Guerra de Ucrania, eso sí, ha demostrado según Simson “que había que responder rápidamente porque intentarían dividirnos” y, en vista de que iba a se “imposible sustituir el volumen de gas ruso”, se “priorizó el ahorro energético”. Así, y por ejemplo, en España se ha reducido la demanda de gas incluso más que el resto de Europa: el Ministerio de Transición Ecológica habla, de hecho, de un 22%, mucho más del 15% que, como objetivo, planteó la UE para este invierno. Todo ello, detallan, ha sido posible porque “la transición energética ha sido más rápida de lo que se esperaba”.

La solución, señalan unos y otros con la ministra española Teresa Ribera al frente, vendrá de “bombas de calor que sustituyan a las calderas individuales de gas”, del “almacenamiento en baterías” y de los “electrolizadores”.

Sobre el precio al que se paga el gas, ni palabra

Sobre lo que no se dijo nada fue de la migración masiva de consumidores españoles de gas a la Tarifa de Último Recurso, de las diferencias de hasta el 300% que se registran entre los recibos acogidos a esta y los vinculados a contratos de mercado libre o de las razones que, por ejemplo, han llevado a España a desmantelar atropelladamente sus térmicas de carbón y, al tiempo cerrar sus minas o a programar el cierre de todas sus nucleares mientras otros países con Gran Bretaña o Alemania explotan su carbón y Francia proyecta nuevas nucleares para no depender de un gas que, además de ser tan fósil como el carbón o el petróleo, está en manos de países como Rusia o Argelia que pueden, si quieren imponernos las condiciones que deseen mientras dependamos energéticamente de ellos.