En la actualidad hay muchas formas de ocio y diversión, actividades que nos hacen sonreír o sentir bien: ir al cine, hacer deporte, salir con los amigos a tomar algo, bailar, ir al fútbol o la competición que sea, jugar en un casino online, jugar a la consola, leer, tocar instrumentos, coleccionar y pintar miniaturas…
Pero, ¿cómo hemos llegado aquí? ¿Qué hacían nuestros antepasados para divertirse y cuáles han sido los cambios más sustanciales? Te traemos este repaso histórico para entender la evolución de las formas de entretenimiento.
Inicios en comunidad
Cuando los humanos empezamos a juntarnos en grupos, a reunirnos en torno al fuego, a compartir la comida, ahí se crea una primera diversión: la amistad, la broma, poner caras divertidas a los pequeños. Luego, alguien da unos golpecitos encima de una piedra con cierto ritmo, y así surge la música y, con ello, el baile. Esas comunidades prehistóricas empezaron a pintar las cosas que veían, las que les ocurrían, o las que imaginaban. En medio de todas estas cosas, los viejos contaban relatos de cacerías, de supervivencia…
Los humanos nos sedentarizamos, nacieron la agricultura y la ganadería, y con ellas la propiedad, las ciudades, y la desigualdad
Poco a poco, la sociedad empezó a cambiar. Alguien se dio cuenta de que las semillas de las plantas que comían hacían nacer otras plantas cuando caían en la tierra. Otros pensaron que si aquellos animales estaban ricos y eran dóciles, a lo mejor podrían meterse en un corral para guardarlos por la noche y no tener que andar buscándolos todo el día. Los humanos nos sedentarizamos, nacieron la agricultura y la ganadería, y con ellas la propiedad, las ciudades, y la desigualdad.

La pasión por la violencia de nuestros antepasados
La comunidad, el baile, las historias, el arte, siguieron siendo diversiones y evolucionaron o se especializaron. Aparecieron los escritores y los artistas a tiempo completo, las representaciones dramáticas, los cuentacuentos itinerantes. Pero estas nuevas sociedades sedentarias tenían costumbres distintas a las cazadoras- recolectoras.
Un ejemplo es la caza, en la prehistoria había una función de supervivencia que, con las sociedades agrícolas, cambió. Se convirtió en un desafío para aquellos que tenían tiempo libre durante el día, y que hacían de lo físico un aspecto importante de su forma de ser.
A este tipo de actividades se le sumaron las competiciones deportivas, que podían tener un cariz sangriento o no. En los juegos olímpicos de Grecia, por ejemplo, la idea era vencer sin matar. En los anfiteatros romanos, en cambio, la sangre e incluso la muerte eran parte del espectáculo. Los siglos medievales no verían grandes cambios en eso: los reyes y nobles siguieron cazando, y la plebe seguía disfrutando en justas y torneos.
Dejarse en manos del azar: la diversión de las apuestas
Las sociedades antiguas, fuertemente religiosas, tomaban mucho de lo cotidiano como un signo de los dioses. El azar, por tanto, tenía algo de sagrado. A esto se le sumó la desigualdad social, y la economía monetaria. No es raro, que los humanos descubrieran el placer del juego, la excitación de que la fortuna dependa del azar.
Desde la antigüedad los humanos han jugado a juegos de azar. Dados egipcios, romanos, tenemos juegos de tabas, incluso apuestas deportivas en el Coliseo... Las tabernas medievales y sus inacabables sesiones de juegos de dados, ¡e incluso se inventaron los naipes!
Los humanos descubrieron el placer del juego, la excitación de que la fortuna dependa del azar
Hacia el siglo XV ya estaban asentados los fundamentos de prácticamente todas las actividades de ocio con las que nos divertimos los humanos. En muchos casos, como la lectura o el arte, la esencia de su diversión se mantuvo intacta. Pero los siglos que quedaban hasta el presente sí verían grandes cambios en dos aspectos concretos del ocio: el fin de la violencia, y la seguridad en las apuestas.

Adiós a la violencia, hola a la seguridad del jugador
Los humanos hemos ido eliminando la violencia de nuestras diversiones y las hemos llevado al terreno de la ficción, libros y películas. En cuanto a las apuestas y los juegos de azar, el gran problema era la violencia y el descontrol. Apostar en el Coliseo podía llevar asociado el peligro de endeudarse. Jugar a los dados en un callejón oscuro podía acabar contigo inconsciente y robado, o apuñalado en el estómago.
Los juegos de azar no desaparecieron, al contrario: siglo tras siglo se han ido ampliando e inventando nuevos. En el siglo XVI se inventó lo que hoy llamamos blackjack. La ruleta viene del XVII. Las primeras máquinas tragaperras, derivadas del póquer, nacieron a finales del XIX. Pero sí se ha ganado seguridad.
Hay grandes cambios en dos aspectos concretos del ocio: el fin de la violencia, y la seguridad en las apuestas
En el XVII se creó en Venecia el primer casino de la historia, precisamente para tener un sitio controlado donde realizar esta actividad de forma concentrada y segura, con luz y reglas claras.
El juego ilegal, en callejones oscuros, física o digitalmente hablando, sigue existiendo hoy, como sigue existiendo la diversión violenta. Pero lo cierto es que se ha logrado pacificar la diversión, y hacer del juego de azar algo mucho más seguro y regulado. Nuestro catálogo de diversiones es más amplio que nunca. Pero, ¿quién sabe qué nuevas diversiones habremos encontrado de aquí a otro par o tres de siglos?