Las abejas son unos de los insectos más interesantes del mundo por varias razones. Viven en sociedades altamente organizadas con división de trabajo, y se comunican a través de la «danza de las abejas» (un sistema que transmite dirección y distancia de fuentes de néctar). Además, tienen una especie de inteligencia colectiva para tomar decisiones complejas en grupo, como elegir una nueva colmena, a través de votación y consenso.
Si las abejas no existieran, nuestro mundo se vendría abajo: polinizan alrededor del 75% de los cultivos alimentarios del mundo, como frutas, verduras y frutos secos. Si ellas se extinguieran, la disponibilidad de alimentos y plantas se reduciría drásticamente. Y que no te engañe su tamaño; puede que su cerebro tenga el tamaño de una semilla de sésamo, pero son capaces de aprender colores, formas y patrones, así como resolver problemas básicos o reconocer rostros humanos.
Por estas y otras cosas, las abejas son fuente de inspiración para el desarrollo de nuevas tecnologías. Los investigadores las estudian para mejorar los algoritmos de inteligencia artificial y robótica. Hay científicos que creen que son la clave para construir una IA más eficiente, capaz de ver y aprender en movimiento.
Las abejas podrían marcar el futuro de la inteligencia artificial
Científicos de la Universidad de Sheffield (Inglaterra) han descubierto que las abejas no solo ven el mundo de manera pasiva, sino que también moldean su percepción visual activamente a través de los movimientos corporales durante el vuelo. Los científicos han desarrollado un modelo computacional que imita su cerebro, lo que les ha permitido demostrar cómo sus patrones de vuelo únicos generan señales neuronales distintas, lo que les permite identificar patrones visuales complejos, como flores o incluso rostros humanos, con buena precisión.
James Marshall, autor principal del estudio, ha afirmado que: “En este estudio hemos demostrado con éxito que incluso los cerebros más diminutos pueden aprovechar el movimiento para percibir y comprender el mundo que los rodea”.
Esto nos demuestra que un sistema pequeño y eficiente, aunque sea el resultado de millones de años de evolución, puede realizar cálculos mucho más complejos de lo que creíamos posible
El experimento representa una mejora respecto a los anteriores intentos de comprender cómo las abejas utilizan la visión activa para recopilar y procesar información. El experimento anterior trataba de estudiar cómo las abejas vuelan e inspeccionan ciertos patrones, mientras que el nuevo ha realizado hallazgos sobre los mecanismos cerebrales subyacentes que impulsan ese comportamiento.
“Nuestro modelo del cerebro de una abeja demuestra que sus circuitos neuronales están optimizados para procesar información visual no de forma aislada, sino a través de la interacción activa con sus movimientos de vuelo en el entorno natural, lo que respalda la teoría de que la inteligencia proviene de cómo el cerebro, el cuerpo y el entorno trabajan juntos”, explicó el Dr. HaDi MaBouDi, investigador de la Universidad de Sheffield.
Parece que tener el cerebro del tamaño de un mosquito no significa tener poca inteligencia. Esa afirmación es solo una especulación si se desconocen los cálculos neuronales que sustentan una tarea determinada, reveló el profesor Lars Chittka, de la Universidad de Londres. Investigadores del MIT han desarrollado insectos robóticos para ayudar a la polinización artificial, los cuales están inspirados por la agilidad y resistencia de las abejas.