El otoño inusualmente cálido que hemos vivido hasta hace pocos días no es cosa de broma: en el Bajo Segrià (Lleida) y el Bajo Cinca (Huesca), zonas frutícolas por excelencia, diferentes frutales han florecido este mes. Se trata, explican especialistas como Óscar Moret, responsable del sector de la fruta en el sindicato agrario UAGA, de un proceso de refloración, pero inquieta, porque podríamos estar ante una campaña complicada con cosechas fallidas y menos alimentos frescos en los supermercados.

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Flores fallidas

Las flores que brotan estos días serán fallidas y se perderán porque no se polinizan. De hecho, Moret adelanta ya que caerán con la primera helada, pero facilita también otro dato: los melocotoneros no han tirado las hojas este año y ha sido necesario utilizar un producto que hace que se desprendan del árbol para poder realizar la poda. Dicho producto no tiene efectos negativos sobre la planta ni sobre los frutos que se recogerán en verano, pero incrementa los costes en un sector, el de la agricultura, ya muy castigado por la subida de los carburantes y otras materias primas.

Hace falta más frío

Los frutales, si lo que se desea obtener es una producción normal, precisan cada año de un mínimo de 450 horas de frío y, de momento, en el Valle del Ebro no ha habido heladas, cuando lo normal es que las primeras lleguen en octubre y noviembre. Si el frío acaba llegando en primavera, como pasó durante la psada campaña, los daños sobre la cosecha serán cuantiosos. ¿Cómo nos afectará a los consumidores? De muchas maneras: habrá menos fruta, será más cara y, lo peor de todo, habrá menos empleo en las zonas frutícolas, que volverán a pasar un año complicado.