Los responsables de los atentados islamistas que ahora asolan Europa, y llevan décadas asolando Oriente Medio, son Lawrence de Arabia, el arqueólogo, escritor, espía y oficial británico hecho famoso por Hollywood; y Gertrude Bell, políglota aristócrata, arqueóloga y espía, una de las grandes especialistas del mundo árabe del siglo XX. Por supuesto que es una reducción, pero no al absurdo.

Para comprender la complejidad del terrorismo islamista es necesario introducir un elemento fundamental en la conversación. La emoción de estos días lleva a batallas mediáticas más o menos absurdas, por un lado, y por otro a dejar fluir opiniones que se basan en reacciones primarias. Es decir, a informar desde el dolor y la rabia, cuando no desde la manipulación. Las víctimas tienen todo el derecho del mundo a arrancar su reflexión desde la emoción, pero los periodistas no.

¿Por qué Lawrence de Arabia o Gertrude Bell? Porque Daesh y antes Al Qaida y décadas antes los Hermanos Musulmanes, todos, se nutren de la misma narrativa histórica, a saber, la humillación de los pueblos árabes, que, tras la caída del Imperio Otomano, se han visto siempre sistemáticamente traicionados por las potencias occidentales que han ocupado sus territorios. Una traición que se consumó en secreto durante la Primera Guerra Mundial en los acuerdos Sykes-Picot. En esos acuerdos trabajaron tanto el coronel T.E Lawrence como la consejera del Alto Comisionado en Bagdad, Gertrude Bell. Esos acuerdos trazaron las fronteras de Asia Menor, divisorias artificiales que pretendían repartir ese enorme territorio cargado de petróleo entre Francia e Inglaterra sin tener en cuenta la población que lo habitaba. Esta decisión es el origen del problema. No en vano el Califato que pretende Daesh no es otra cosa que borrar esas líneas divisorias para construir el gran estado árabe que —recuérdese— fue la promesa que las potencias occidentales (Reino Unido y Francia) hicieron a los árabes para recompensar su apoyo en la Gran Guerra.

¿Cómo afecta todo esto a unos chavales de Ripoll, que hablan perfecto catalán y español y que han crecido viendo a Bob Esponja hacer majaderías en la tele?

La continuidad de la ocupación militar británica y francesa de Oriente Medio tras la Segunda Guerra Mundial exacerbó más aún la reivindicación nacionalista de pueblos como Egipto, Irak o Siria. Una segunda humillación histórica, jamás reparada, que costó la vida a millares de personas a manos de las tropas de ocupación.

Tras la independencia, llega la ola de reivindicación religiosa. Los nuevos países viven una pretendida época de estabilidad bajo dictaduras seculares y laicas. El asesinato de Anuar-el-Sadat, presidente de Egipto, a manos de terroristas islamistas, ya pone de manifiesto que la estabilidad se consigue mediante la represión violenta de grupos radicales como los Hermanos Musulmanes, que desde hace décadas luchan por instalar un estado islámico en Egipto y llaman a sus miembros a la yihad.  

Los Hermanos Musulmanes inspirarán a Osama Bin Laden y a Daesh. El discurso de todos ellos es el mismo desde 1950, década en que los hermanos detenidos en las prisiones egipcias adoptan y fijan la ideología formulada por Sayyid Qutb, principal teórico del islamismo radical. Qutb, condenado a muerte bajo la acusación de orquestar un complot para acabar con la vida del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, fue ahorcado el 29 de agosto de 1966. La Yihad internacional nace de su teoría de llevar la violencia allí donde viven los que “nos ocupan”. Exportar el terror… Esta es su visión del mundo, que la soberbia occidental no hace más que alimentar. La invasión de Irak en 2003 o la cacofónica política en Afganistán no son más que argumentos a favor de esas tesis. Más leña al fuego, un fuego que lleva décadas asfixiando a Occidente.

Un solo hombre, un muchacho, cae abatido por una decena de balas, se levanta de nuevo y muere… Oro puro para los reclutadores de jóvenes mártires

¿Cómo afecta todo esto a unos chavales de Ripoll, que hablan perfecto catalán y español y que han crecido viendo a Bob Esponja hacer majaderías en la tele? Sencillamente, la historia no es sólo una narración lineal y cartesiana. Es emocional y primaria. La memoria que se trasmite tiene un mágico poder evocador. Reivindicar Al-Andalus puede tener una fuerza motriz enorme para quien la necesidad de hacer algo grande con su vida sea una pulsión que no puede evitar. No es necesario ser iletrado. No es necesario ser pobre. No es necesario no estar integrado en el pueblo en el que llevas viviendo décadas. Puedes ser fan de Lionel Messi y fumar porros. El perfil del terrorista yihadista no está solo relacionado con su estatus social sino, sobre todo, con el papel histórico que su acción puede jugar para vengar a su pueblo y redimir su vida.

Las imágenes del terrorista abatido en Cambrils son ya leyenda en los foros yihadistas. Un solo hombre, un muchacho, cae abatido por una decena de balas, se levanta de nuevo y muere… Oro puro para los reclutadores de jóvenes mártires. Las escenas de catarsis en la Rambla, en que miles de personas lloran y se abrazan, son fundamentales en nuestra sociedad para reponernos del shock y del horror, pero son música celestial en los oídos de Daesh. Porque eso es lo que buscan los yihadistas: ver la humillación de quienes llevan un siglo humillándolos.