La gran velocidad de recuperación de biodiversidad en la zona del volcán de La Palma sorprende a los científicos. En este sentido, Manuel Nogales, del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), admite que pensaba que la flora y la fauna "tardarían más" en crecer después de un escenario de destrucción tan extrema como es una erupción volcánica.

Los especialistas liderados por el CSIC que trabajan sobre el terreno están constatando la "increíble" capacidad de adaptación de algunas especies, tanto vegetales como animales. Los pinos son un buen ejemplo. Y es que han empezado a crecer pinos en los 500 metros más próximos al volcán. Incluso, se han detectado brotes en la misma cara interna del volcán. Por el contrario, Nogales estima que en torno al 70% de estos pinos probablemente no salgan adelante porque se han ido secando a lo largo del verano.

¿Sin embargo, cómo es posible que hayan podido brotar pinos en una zona tan devastada como la del volcán de La Palma? Pues bien, Nogales explica que los pinos brotan gracias las células parenquimatosas, con capacidad para resistir altas temperaturas. Según él, el elemento clave por su supervivencia es si la raíz resistió o se carbonizó. En esta línea, Nogales apunta que, a estas alturas, el porcentaje de afectación del pinar que rodea el volcán de La Palma es del 20%, pero había llegado a ser del 100%.

Con respecto a la apariencia del follaje, el pinar ha pasado de ser "completamente marrón" a "color caqui" a la primavera y "perfectamente verde" a finales de verano.

Estudian la biodiversidad en el volcán de La Palma

El equipo de científicos que monitoriza la biodiversidad en el volcán de La Palma hace nueve meses que analiza su evolución. Y lo hace con un trabajo de campo dividido en dos zonas, al mismo tiempo divididas en cuadrículas de 30x30 metros. Así, llevan a cabo un censo periódico del estado de la vegetación y de la fauna. Una de estas zonas es de pinar. Y es la más afectada por la emisión de gases durante la erupción. Cabe decir que sobre las coladas todavía no están trabajando porque, según explica Nogales, casi no hay vida a causa del alto calor.

Lo que han podido constatar de la observación de la flora es que las plantas con porte leñoso, como las estepas, las jaras, escobones, brezos y tedera, son las únicas que han podido sobrevivir en las inmediaciones del cráter. Un poco más lejos hay profusión de verodes, retamas y tabaibas, pero las herbáceas desaparecieron, bien por el calor o porque acabaron sepultadas por las toneladas de cenizas que expulsó el volcán.

Los lagartos, los más amenazados

La erupción del volcán de la Palma también ha tenido un efecto directo en la fauna de la zona del volcán. Sobre todo, ha estado muy negativo para reptiles como los lagartos. La ceniza tapó muchos de sus refugios, de manera que algunos ejemplares no pudieron salir y murieron. Y y otros no pudieron entrar para protegerse de sus depredadores, las aves de presa. Otros murieron por inanición porque la vegetación o los insectos de los cuales se alimentan desaparecieron en "una especie de colapso ecológico".

Con respecto a la presencia de invertebrados, siguen siendo "muy escasos" en el entorno más próximo del volcán. Sólo se pueden ver ejemplares de invertebrados de talla grande o que tengan buena capacidad de vuelo, como por ejemplo libélulas, langostas y algunos escarabajos con alas.

Finalmente, con respecto a las aves, apunta a Manuel Nogales, "escaparon mejor" gracias a su movilidad. Algunas especies tardaron unos cuatro meses en volver a sus hábitats y otros tuvieron que adaptar su dieta "en función de lo que la lava mataba". Las gaviotas, por ejemplo, adaptaron "casi cada día" su dieta para comer cangrejos, lapas o peces.

Una gran colonización bajo el mar

Bajo el mar, el ritmo de recuperación también es muy rápido. Eugenio Fraile, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), explica que al cabo de cuatro meses, en la zona de las fajanas (pequeñas islas originadas por la acumulación de lava solidificada en el mar) se ha podido ver "una colonización tremenda", sobre todo de "organismos oportunistas", con ciclos de vida corta, como bacterias, hydrozoa, cnidiarios, poliquetos, pequeños moluscos y microalgas. Estos organismos, indica Fraile, son "la base" sobre la cual se sustentará la nueva colonización de las fajanas. Serán el sustrato del cual se alimentarán los peces.

Con todo, Fraile señala que en las fajanas ya se pueden ver peces, pero "están de paso. No se quedan porque no hay nada que comer" allí.