Una testigo presencial ha explicado este jueves en el juzgado que el policía español investigado para agredir al fotoperiodista Jordi Borràs le dio rodillazos en la cabeza y le inmovilizó la cabeza con sus piernas mientras le daba puñetazos en la cara.

En cambio, no vio Borràs golpear al policía, todo y que este último lo denunció por, supuestamente, haberlo pegado primero. Además, ha dicho que ella llegó a pasar "miedo" y no se atrevía a intervenir en la agresión porque temía por su propia integridad física. No obstante, dijo al agente que parara de golpear al fotoperiodista.

Fuentes jurídicas de la defensa de Borràs han explicado que la mujer se acercó a la zona de la agresión, en el barrio Gótic una noche de julio, cuando oyó gritos y ruidos, pero no llegó a entender qué palabras se intercambiaban. Le pareció que el policía, de paisano, tenía conocimientos de artes marciales, por el tipo de golpes que daba y por su rapidez, como si fuera "un martillo".

De hecho, el inspector negó tener conocimientos de artes marciales, y dijo que simplemente tenía la formación que se da en la escuela de policía. No obstante, en una entrevista, el hermano del inspector explicó hace unos meses que los dos tenían muchos conocimientos de artes marciales, y que incluso tenían previsto abrir una academia.

Por otra parte, también ha declarado como testigo un agente de la policía español que ha explicado que aquel día comió con el inspector y sólo tomaron una copa en toda la tarde, cosa que descartaría cualquier tipo de intoxicación alcohólica del inspector investigado.