Si alguna cosa se acostumbra a hacer cuando se llega a la mayoría de edad -aparte de soplar las velas-, esta es sacarse el carnet de conducir. Un trámite que da cierta pereza, pero que resulta bastante útil para disponer de independencia y que se agradece con el paso del tiempo. Otros, sin embargo, van un paso más allá y deciden dedicarse y estudiar el grado de aviación, para aprender a pilotar aviones. Un grado que ofrece el Centro de Estudios Superior de Aviación (CESDA) de Reus, el primer centro del estado al ofrecer estos estudios para formar a futuros pilotos. ¿Sin embargo, cómo se lo hacen los alumnos para aprender a conducir estos aparatos, aparte de las clases teóricas que desarrollan a lo largo de los 4 años que dura el grado? Yuri Masó, profesor instructor y jefe de entrenamiento de CESDA, nos explica en qué consisten estos estudios y cómo utilizan los tres simuladores que tienen adjuntos al centro, para formar a los alumnos. "Hoy subiremos al simulador Diamond DA42 NG, un bimotor del 2020 y de 4 plazas que pesa 1.900 kg". Un avión que desde CESDA utilizan como última fase de entrenamiento con el alumnado y que forma parte de uno de los tres aparatos que tienen de este modelo.

La experiencia de subir en un simulador de vuelo


En una nave aparte, al lado del simulador del Diamond DA42 NG, encontramos el simulador de un Airbus A320, que reproduciría la cabina de los aviones comerciales que todos conocemos y que hemos utilizado alguna vez, como son los de Vueling o Ryanair. "Un simulador que forma parte de una liga totalmente diferente", apunta Masó, que nos lo muestra a pesar de encontrarse en estado de mantenimiento en estos momentos.

Los primeros simuladores aéreos

A finales de 1903, los hermanos Wright conseguían elevarse por primera vez en un aparato mono motor elaborado por ellos mismos en Estados Unidos. A partir de entonces, el sector de la aviación ha evolucionado muchísimo, consiguiendo con muy poco tiempo elevar aviones comerciales con capacidad para transportar a centenares de personas y mercancías de punta a punta de mundo, en un abrir y cerrar de ojos. Para llegar hasta aquí, sin embargo, ha habido un largo camino en que muchos han aprendido a pilotar estos aparatos en unos ingeniosos utensilios denominados simuladores que aparecieron tiempo más tarde, para enseñar a los pilotos a llevar los aviones y mostrarles situaciones en que se pueden encontrar en un vuelo real.

Uno de los primeros simuladores con lo que empezaron a practicar los aficionados entre 1910 y 1911 fue el Sander Teacher, un aeroplano orientado de cara al viento con capacidad de inclinarse ligeramente. Pero a quien se le atribuye el honor de crear el primer simulador de vuelo comercializado de la historia en 1929 fue a Edwin A. Link, con su Link trainer. El aparato consistía en un barril que tenía incorporado un asiento y un control de mando donde el piloto se podía situar. Con el tiempo y los avances en la informática y la mecánica, fueron apareciendo nuevos modelos más evolucionados que permitían reproducir más esmeradamente un vuelo real, eso sí, manteniendo la estructura básica de los primeros simuladores que surgieron a principios del siglo XX.

Link Trainer Wikipedia

Uno de los primeros simuladores de vuelo expuesto a Estados Unidos (Canadá) / Foto: Wikipedia

Hoy día, los simuladores han evolucionado mucho hasta el punto que, tal como disponen y os hemos mostrado con los simuladores de CESDA, estos constan de una maquinaria idéntica capaz de reproducir cualquier escenario de vuelo, para entrenar o formar a los pilotos. De hecho, las compañías aéreas los utilizan para mostrar las diferentes maniobras que se pueden dar en un aparato, desde el despegue hasta el aterrizaje, pasando por todo tipo de fenómenos meteorológicos, y también son utilizados como lugar de formación y de revisión de pilotos, haciéndoles pasar diferentes exámenes de aptitudes con tiempo determinados, como aquel que renueva el carnet de conducir y le toca pasar por el control médico. Unos aparatos necesarios para garantizar la buena formación y el pilotaje de aquellos que, cuando viajamos, disponemos en sus manos nuestra seguridad.