Estar en el trabajo no equivale a trabajar. Cuando se dedica parte de la jornada laboral a otras funciones que no son propias del trabajo es lo que en términos laborales se conoce como presentismo. Según un estudio de Adecco del 2019, el 30,8% de las empresas españolas ha detectado prácticas de presentismo. "Eso puede pasar por falta de ética del trabajo, cuando el trabajador se zafa de sus tareas, pero también cuando la dirección valora más las horas de presencia que la cantidad y calidad del trabajo realizado", afirma Eva Rimbau, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, experta en recursos humanos. Para los expertos es esta última opción la que da el verdadero significado del término presentismo: quedarse en el puesto de trabajo más tiempo del necesario.

Una presencia muy improductiva

Eso quiere decir que el trabajador está más horas en el trabajo que las establecidas por semana según el contrato, que no disfruta de las vacaciones de que dispone o que no pide la baja cuando se pone enfermo. "Está presente en el puesto de trabajo, pero no puede ejercer correctamente las tareas porque no ha descansado, se siente mal o está enfermo", detalla Rimbau. Se convierte, pues, en un trabajador presente pero desconectado, mentalmente ausente. Según OBS Business School, cada día hay más empresas que detectan trabajadores que no están concentrados en su trabajo, aunque físicamente estén a su puesto de trabajo.

"Entre las posibles razones está la inseguridad del puesto de trabajo, a causa de los expedientes de regulación de empleo u otros procesos de reestructuración de plantillas, el hecho de tener un contrato temporal que no se sabe si se renovará, etc", explica Rimbau. En el Estado español, el número de trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo (ERE) ha aumentado el 40% más que el año pasado en estas mismas fechas, y en Catalunya representa el 42,72% más.

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"Si un trabajador está viviendo una situación de este tipo, puede tener miedo de terminar antes que sus compañeros o jefes por temor a un despido, el qué alarga innecesariamente su jornada de trabajo", advierte Rimbau, también miembro del grupo de investigación DigiBiz. El estudio OBS Bussiness School alertaba que el presentismo en España va creció un 40% por el miedo a perder el puesto de trabajo.

La organización, los directivos y los trabajadores posibles víctimas

Así y todo, las causas no tienen que recaer necesariamente sólo en el miedo de los trabajadores, sino que también podemos encontrar tanto en la organización como en los directivos. Con respecto a la organización, según Rimbau, puede darse porque existe una cultura de trabajar muchas horas que deriva de los fundadores de la empresa y la alta dirección, que están "enamorados" del proyecto y piden la misma dedicación a su personal. "También se podría dar en empresas donde hay una excesiva carga de trabajo porque no se contratan las personas necesarias o no se ponen los medios adecuados", advierte.

Con respecto a los directivos, para la experta, puede ser que se dé porque no saben concretar objetivos y hacer el seguimiento. Entonces, "valoran si sus colaboradores son buenos o malos trabajadores guiándose principalmente por sus horas de presencia", explica Rimbau. También pueden reclamar presencialidad en caso de que no sepan organizar sus propias tareas y las de su equipo, o tengan adicción en el trabajo y, como consecuencia, quieran tener a su disposición sus colaboradores en cualquier momento de su larga jornada.

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Entre los trabajadores, el presentismo se puede dar por miedo de perder el trabajo, pero también por una pobre organización del trabajo: mala gestión del tiempo, falta de formación sobre sus tareas o de las herramientas para desarrollarlas... o porque tienen adicción en el trabajo.

En cualquiera de los casos, este fenómeno tiene efectos negativos en forma de reducción de la productividad, aumento de la cantidad de errores cometidos, incremento de los accidentes de trabajo y de los problemas de salud física y psicológica, y empeoramiento del equilibrio entre vida y trabajo, que puede a la vez, perjudicar la equidad de género dado que las mujeres todavía son las que soportan más carga logística de la familia y sufren más por el presentismo.

¿Cómo se puede luchar contra la cultura del presentismo?

"Un trabajador difícilmente cambiará una mala cultura organizativa o una baja calidad directiva; si la organización y sus directivos presentan los problemas que hemos señalado; seguramente se verá con la obligación de 'calentar la silla' en cierta medida, para responder a las expectativas de presencias prolongadas", considera Rimbau. Con todo, de manera colectiva los representantes de los trabajadores podrían presionar para cambiar esta mala praxis. "La nueva regulación que obliga a registrar la jornada en todas las empresas ayuda a proporcionar los datos sobre las cuales bazar esta solicitud", concluye Rimbau.