El próximo domingo 6 de noviembre empezará en la ciudad egipcia de Xarm el-Xeikh la vigésimaséptima Cumbre del Clima, también conocida como COP27. La cumbre convoca a líderes mundiales, lobbies y activistas delante de la mesa de negociación con el fin de tratar acciones para tratar de paliar los efectos de cambio climático. La COP de este 2022 llega después de un año claramente marcado por los efectos del calentamiento, contexto que marca claramente el encuentro, el cual se hace con la sombra de su predecesora en Glasgow, el cual acabó con un acuerdo de mínimos. Con una cuenta atrás que se acaba por evitar las peores consecuencias del cambio climático, la COP27 quiere poner el foco sobre una cuestión vital: la transición energética. Más concretamente, sobre como se pagará este cambio de modelo energético.

🟢¿Qué se puede esperar de la Cumbre del Clima 2022, la COP27, de Egipto?

Este año, la presidencia de la COP27 cae sobre el político egipcio Sameh Shoukry, quien está decidido a forzar a los países desarrollados a pasar "de las palabras a los hechos" y activen de una vez la entrega de la financiación prometida para que los países con menos recursos puedan abordar la transición energética, según informa Efe. La cantidad prometida al Acuerdo de Copenhague del año 2009 es la de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020. Este dinero tiene que ser transferido de los países desarrollados a los que se encuentran en vías de desarrollo, para que estos últimos los inviertan en medidas de adaptación y mitigación. Todo tipo de proyectos entran en este saco mientras sirvan a los Estados para tomar acciones para amortiguar el impacto del cambio climático y reducir las emisiones que lo provocan. En esta última categoría entra la inversión en la transición energética.

Sin embargo, el primer balance sobre las inversiones que se han hecho hasta el momento muestra que el año 2020 sólo se invirtió en torno al 80% de lo que se había prometido. Todo, deja un camino hostil hacia la COP27, donde los países que se tienen que beneficiar de estos fondos reclamarán el cumplimiento de las promesas. En la misma web de la Cumbre del Clima se apunta este como un objetivo clave: "El progreso en la entrega de los 100.000 millones de dólares anuales generará más confianza entre los países desarrollados y los países en desarrollo, demostrando que se están cumpliendo los compromisos reales". Una demanda que llega cuando la mayoría de países desarrollados se encuentran o empiezan una recesión.

¿Se invierte suficiente?

Se llegue a un acuerdo o no sobre estas ayudas prometidas desde el Acuerdo de Copenhague, es posible preguntarse: ¿son suficientes? Hay muchas respuestas a esta pregunta. Think tanks, lobbies y universidades han tratado de estimar el coste total de esta transformación. Por ejemplo, McKinsey Sustainability apunta que globalmente: "requeriría 9,2 billones de dólares en gasto medio anual en activos físicos, 3,5 billones de dólares más que hoy". Millones arriba y abajo, los expertos encuentran un consenso en alerta que es una inversión imprescindible.

Un precio que sale a cuenta

Según un informe de 2021 de la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA, en sus siglas en inglés), la financiación pública tendrá que multiplicarse casi por dos para catalizar la financiación privada y garantizar un desarrollo justo e inclusivo de la transición energética por todo el mundo. A pesar de todo, son inversiones que salen a cuenta.

Estas inversiones multimillonarias nos conducirían hacia un escenario con un cambio climático patente, pero contenido, el mal menor. Este escenario tan deseable es ciertamente caro, pero como afirma el Fondo Monetario Internacional el pasado mes de octubre: ya no hay ningún escenario donde la lucha y la adaptación al cambio climático no cueste dinero.

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Parque solar y eólica Gran Canaria / Europa Press

Más allá del hecho evidente que en un mundo inmerso en el colapso climático los negocios no serán extremadamente fructíferos, el IRENA afirma que la inversión en este tipo de energías se recuperará: "El balance global de la transición energética es positivo, ya que los beneficios superan ampliamente los costes". "IRENA estima que, en el escenario de 1,5 °C, cada dólar gastado a la transición energética tendría que producir beneficios por la reducción de las cargas externas de la salud humana y el medio ambiente después de beneficios valorados entre 2 y 5,5 dólares".

La entidad no es la única al sostener esta tesis. El diario estadounidense The Economist, en un reportaje sobre la transición energética, afirma que la transición energética "será costosa", pero no "catastróficamente". Además, este un estudio de la Universidad de Oxford apunta que el cambio a las energías renovables ahorraría en todo el mundo 10 billones de euros el año 2050.

El impacto de la transición energética sobre los consumidores

El cambio en el modelo y la inversión que tendrán que hacer algunas empresas privadas para poder continuar con su negocio impacto e impactará inevitablemente en los consumidores. De hecho, ya lo hacía. Si bien ahora la crisis energética está marcada por la guerra de Ucrania, antes la subida de precios de la electricidad en Europa estaba marcada por el proceso de transición energética. Lo que en aquel momento parecían recuerdos de los precios de la energía, acabaron pulverizados por los efectos de la guerra. Sin embargo, ya se pudo ver tímidamente que parte del proceso de cambio tenía efectos sobre la ciudadanía

Sin embargo, los consumidores no se muestran reticentes al cambio de modelo. El World Economic Forum publicó un artículo en marzo de este año bajo el esclarecedor título: "El aumento del precio de la energía nos hará más pobres, pero no culpan la transición energética, según los consumidores". "La mayoría de la gente de todo el mundo no culpan las políticas climáticas por el aumento de los costes de la energía", se afirma en el artículo, donde se remarca el fuerte apoyo que tiene entre la población el abandono de combustibles fósiles.