¡Qué coincidencia! Los cuatro diarios editados en Barcelona abren portada con las cifras del año. La Vanguardia y Ara con las de 2023, el que viene, sobre el que formulan pronósticos. El Periódico y El Punt Avui, en cambio, anuncian una especie de examen o repaso de 2022, el año que muere este sábado. Las cuatro portadas componen un tipo de imagen metafórica del dios romano Jano, a quien se representa con una cabeza de dos caras, una que mira adelante y la otra hacia atrás. Adelante al 2023 y atrás al 2022. Jano era venerado como protector de los hogares romanos y a veces lleva una llave para significarlo como guardián de entradas y puertas. Enero, el mes que abre el año, viene de Januarius, el mes de Janus. January, en inglés. Januário, en portugués. Januar, en alemán. Januari, en sueco. январь (yanvar'), en ruso. Es el mes en que arranca el año y miramos adelante aunque a veces volvamos la cabeza para asegurarnos de que hemos dejado atrás el anterior.

La Vanguardia, en la portada, mira el 2023 con un aviso sobre el influjo de la inteligencia artificial en las profesiones creativas. Lo hace bajo el epígrafe "El futuro que viene", un ostinato conceptual, porque si el futuro, si es tal, siempre viene. Se entiende ol que quiere decir, sin embargo, sin necesidad de extraordinarios ni pedanterías. En este fervor por la inteligencia artificial hay un cierto deslumbramiento por los algoritmos que sustituyen la agencia de las personas: la capacidad de pensar, de hacer planos, de buscar recursos, de organizarlos y organizarse... De actuar libremente, vamos.

En la misma cara de Jano, la que mira adelante, Ara pone el contrapunto y, con una circunspección perfumada de optimismo, nos anuncia que "el futuro está en nuestras manos". Parece un canto a la libertad y a la audacia de los hombres, etcétera, pero viene con letra pequeña: un subtítulo aclara que se trata de un dosier sobre "los avances que la ciencia nos depara para este nuevo año". O sea, un poco lo mismo que La Vanguardia pero expresado de manera alternativa y con más garra. También se podría decir, haciendo extraordinarios y pedanterías, que la frase del título es conceptualmente turbia: el futuro que cae fuera de nuestras manos, que no es disposición libre de la vida, no es futuro. Es instinto, es destino, es tiranía... Pero también se entiende qué quiere decir el diario, vaya.

Los diarios de la otra cara de Jano, los que miran atrás, anuncian una síntesis, un resumen de hechos que sirva para hacer balance del 2022. El Periódico habla de "la covid, la guerra de Ucrania y muchas otras cosas". Muchas, claro. El Punt Avui se esfuerza un poco más y destaca en cuatro fotografías los hitos del año: Pere Aragonès, la crisis de la lengua catalana, la guerra de Ucrania y una risueña Carla Simón tras recibir el Oso de Oro de la Berlinale por Alcarràs.

La manía de los resúmenes y pronósticos sale maltrecha casi siempre porque se estrella contra la libertad de las personas para hacer y deshacer. No hace mucho, Raül Garrigasait, —escritor, traductor, editor, presidente de La Casa de los Clásicos, un intelectual a quien vale la pena seguir— se preguntaba en "Un vocabulari per al futur", un vídeo de cinco minutos, "si podemos encontrar un equilibrio entre la supervivencia y la libertad, en este momento en que una parece ir a contra la otra". Eran tiempos en los que, en nombre de la salud, nos confinaban, restringiendo libertades elementales como la de movernos. Garrigasait formula una protesta elegante y una propuesta tanto o más útil que mil avances y algoritmos: "Que aprendamos una libertad más honda, más capaz de renunciar a las satisfacciones instantáneas para acercarse a la vida plena. Que si el virus ha venido a decirnos que la libertad es la muerte, aprendamos a decir: La libertad es la vida". Donde dice virus pon Putin, pon inflación, pon aquello que más te preocupe. La libertad es vida. Feliz 2023.

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