Si en Catalunya tenemos una ciudad capaz de enamorar y emocionar a cualquiera, esta es, sin duda, Girona. Sus casas del Onyar, el parque de la Devesa, su imponente catedral, las juderías, el Temps de Flors, las barracas y las fiestas de Sant Narcís, entre otros, son lugares, acontecimientos o efemérides claves que convierten esta capital catalana en un lugar especial y único a ojos de cualquiera.

Casas Onyar Girona

Girona es una ciudad con todas las letras, con una historia palpable en todos sus rincones que la convierte en un lugar atractivo para todos aquellos que tienen la suerte de poder visitarla. Pero si destaca en alguna cosa, aparte de todo lo mencionado (y de ser el lugar donde se originaron los xuixos, un dulce que hay que probar), es por tener la plaza más pequeña de Europa —¡y quizás del mundo!—, conocida como la plaza dels Raïms.

Una plaza de 24 metros cuadrados situada en el corazón del Barri Vell, a unos metros de la concurrida rambla, paralela al curso del río Onyar, en el centro de la ciudad. Un lugar visitable sólo por aquellos que no sufren claustrofobia, pues que su único acceso es por un paso de un metro de ancho.

Un poco de historia... El nombre de la plaza dels Raïms le proviene porque antiguamente, en aquel mismo punto, había un pequeño mercado de uvas. Antes, sin embargo, la plaza era conocida como plaza de la Palla, porque se vendía y se compraba paja en aquel mismo punto.

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¿Cómo es la plaza más pequeña de Europa?

La plaza dels Raïms ocupa un espacio pequeño e irregular asfaltado, que deja un espacio de unos 5 o 6 metros de ancho. Los edificios que la rodean son altos, de hecho, la oscuridad y la falta de luz solar es evidente por la altura de las viviendas, por este mismo motivo, muchos aprovechan para hacer la típica captura mirando el cielo.

Desde la misma plaza, se puede acceder a algunas viviendas por algunas puertas que hay, en la mayor parte de casos representan accesos secundarios o puertas de detrás de algunos pisos del Barri Vell.

¿Cómo se llega?

Su acceso no resulta nada difícil para todos aquellos conocedores de Girona, pero si no se tienen por mano las juderías gerundenses, puede parecer un pequeño laberinto por las callejuelas estrechas del Barri Vell, que dificultan la orientación de la zona.

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Para llegar a la plaza dels Raïms desde la céntrica plaza Catalunya o Pont de Pedra, hay que pasar por la Rambla de la Llibertat, cruzando toda la calle de l’Argenteria, que en esta época del año, en primavera, suele tener El Tarlà colgado dando vueltas, una de las figuras más representativas de la leyenda que lo sitúa en los episodios de peste, tiempo atrás.

Al llegar al final de la calle de l’Argenteria, en vez de girar a mano izquierda por el puente de Sant Agustí, que atraviesa el Onyar y te lleva a la plaza de la Independència, habrá que girar a mano derecha por la calle de la Cort Reial, en dirección de nuevo a plaza Catalunya. Siguiendo recto, se llega a la plaza de les Voltes d'en Rosés.

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Una vez en la plaza de les Voltes d’en Rosés, el acceso a la plaza dels Raïms está a un paso. Sólo hay que fijarse en una de las esquinas, y pasar por debajo de una bóveda estrecha donde, por un callejón de unos pocos metros, acabas desembocando en la plaza más pequeña de Europa, conocida por algunos como la más pequeña del mundo.

Algunas curiosidades

La misma plaza ha sido escenario de los Marrecs de Salt. Una colla castellera que levantó un castell en 2017, ocupando la totalidad de la superficie de la plaza, hecho que restringió la visita por parte del público, que pudo disfrutar del espectáculo a través de un vídeo que se distribuyó después de haber hecho el castell.

Esta plaza también ha servido de escenario durante el Temps de Flors, que se ha ocupado y se ha hecho alguna representación en los balcones y fachadas de los pisos de alrededores.

Un lugar curioso y divertido de visitar, imprescindible si se visita la ciudad —siempre y cuando el Procicat lo permita en tiempo de coronavirus y de restricciones— en el que, si sois muchos, podréis llegar a tener problemas de espacio o para mantener las distancias de seguridad, pues que su acceso y su superficie no puede ser más reducidos.