La ONG Labdoo, impulsada por el vilafranquí Jordi Ros, ha recuperado más de 9.500 ordenadores portátiles viejos y los ha distribuido además de 1160 escuelas de todo el mundo. El proyecto, impulsado el año 2010 a raíz de un viaje de cooperación que Ros hizo a Guatemala, se ha convertido en una red mundial de 241 puntos de reparación de aparatos, desde donde se distribuyen en las escuelas de los cinco continentes a través de voluntarios que aprovechan sus viajes particulares. Los centros de reparación se sitúan en escuelas e institutos que incorporan el proyecto como una asignatura más, encargándose de actualizar el software y codificar el ordenador portátil para enviarlo a otro lugar del mundo. Pons se muestra satisfecho y sorprendido por el éxito de la iniciativa ocho años después de ponerla en marcha desde Vilafranca, pero advierte que las cifras actuales "sólo son la punta del iceberg", ya que calcula que al mi hay un millón de escuelas sin ordenadores y los estudios señalan que cada año se tiran 400.000 aparatos.

El circuito creado por Labdoo se basa en varios puntos de recogida distribuidos a espacios municipales o entidades, donde se puede depositar el ordenador o tableta en desuso, de manera tal que después los voluntarios distribuyen los aparatos a los diferentes centros de reparación. Una vez terminados y codificados para poder hacer el seguimiento, se envían a los diferentes países donde otras ONG constatan que hay escuelas con carencias tecnológicas. Tailandia, Uganda, el Senegal, Perú, Nicaragua, Bolivia, México o Mozambique son algunos ejemplos, si bien también se han distribuido aparatos a escuelas europeas, así como centros del estado español o de Catalunya.

Durante el balance de datos presentado desde Vilafranca, el profesorado del Instituto Eugeni d'Ors y de la escuela Vedruna Sant Elies del municipio han expuesto su experiencia como puntos de reparación. En el primer caso, la recuperación de los aparatos se gestiona a través de los alumnos de los Ciclos Formativos de informática, los cuales sanean los ordenadores pero también idean otros proyectos complementarios, como la creación de una base de datos para una biblioteca prevista en una escuela de Nicaragua donde se destinarán algunos de los portátiles reparados.

En cambio, en la escuela Vedruna Sant Elies, el proyecto Labdoo se trabaja con los alumnos de tercero de ESO. El profesor Pere Bellsolà destaca que la iniciativa ha servido para el cual los alumnos "aprendan habilidades informáticas, pero también trabajen con un trasfondo col•laboratiu y un espíritu solidario, que les permite ver que a coste cero pueden hacer una gran tarea hacia otras escuelas".

En este sentido, una de las alumnas, Maria, asegura que la experiencia les sirve para ayudar a otros niños con "lujos" que a menudo los alumnos occidentales "no "valoran". "Podemos reflexionar sobre aquello que tenemos y qué hace falta a otras escuelas", añade, destacando que la iniciativa no tiene ánimo de lucro para ninguno de los participantes.

Después de haber repartido más de 9.500 aparatos por todo el mundo, los responsables de Labdoo calculan que tienen casi 14.000 portátiles y tabletas más en proceso de reparación a través de los diferentes hubes de todo el mundo. La previsión es terminarlos y distribuirles los próximos meses, motivo por el cual hacen un llamamiento a buscar col•laboradors que aprovechen sus viajes particulares para empezar a hacer circular los aparatos. Apuntan que cualquier viaje puede servir de "escala" para un aparato hasta que este llegue en su destino final.