El turismo sigue siendo un motor económico clave en Catalunya y España, pero en muchas ciudades muy masificadas empieza a vivirse como una carga. Lo que para unos son vacaciones, para otros es ruido, alquileres disparados o calles colapsadas. Ante esta realidad, ayuntamientos y gobiernos autonómicos han comenzado a imponer normas más duras, con la idea de proteger tanto el patrimonio como la vida de los vecinos.

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Medidas más estrictas en España

En Toledo ya no se permiten grupos de más de 30 personas en el casco histórico y los guías tienen prohibido usar megáfonos. Segovia protege su Acueducto con sanciones que pueden llegar a los 3.000 euros para quien lo dañe. En la costa, Marbella castiga con hasta 1.500 euros a quienes orinen en el mar, mientras que en playas catalanas fumar está vetado bajo multa de 600 euros. Incluso recoger conchas en Baleares o Canarias puede costar hasta 3.000 euros.

Barcelona se ha sumado a esta ola de restricciones: el Ayuntamiento ha anunciado que a partir de 2025 eliminará las licencias de pisos turísticos y ha intensificado las sanciones contra los alojamientos ilegales. También ha limitado las visitas en algunos barrios del centro y ha endurecido las ordenanzas contra el ruido nocturno, con multas de hasta 600 euros. La capital catalana quiere frenar un fenómeno que muchos vecinos sienten insoportable: calles abarrotadas y barrios convertidos en parques temáticos.

Sanciones de todo tipo

Si se repasan los números, el mensaje es claro: hasta 700 euros por vestir solo con bañador fuera de la playa en Málaga, 1.500 por orinar en el mar en Marbella, 3.000 por dañar monumentos en Segovia o recoger conchas en las islas, y hasta 40.000 euros en Ibiza para quienes accedan con autocaravanas sin permiso. Una lista que refleja hasta qué punto las ciudades han decidido plantarse ante la saturación. Además, el precio a pagar en muchas de estas sanciones es tan elevado que realmente no vale la pena arriesgarse, algo que los turistas empiezan a captar poco a poco. 

Y no es solo cosa de España. Venecia cobra tasa turística y multa con 200 euros a quienes coman sentados en la calle junto a sus canales. En Portugal, Albufera sanciona con hasta 4.000 euros el nudismo o beber alcohol en la vía pública. Incluso Nepal, en el otro extremo del planeta, se plantea limitar los permisos para subir al Everest solo a montañeros con experiencia previa.

Los turistas deben informarse antes de visitar las ciudades

Viajar ya no consiste únicamente en reservar vuelos y hotel. El turista actual, que también podemos ser nosotros mismos si nos desplazamos a cualquier localidad, debe informarse de las normas locales, aceptar que no todo vale y entender que su comportamiento tiene consecuencias. Puede sonar incómodo, pero la idea de fondo es sencilla: garantizar que los destinos sigan siendo habitables para quienes viven en ellos y disfrutables para quienes los visitan.