A primera hora de la mañana el metro en torno a Zona Universitaria, en Barcelona, es un guirigay de jóvenes con mochila a la espalda y apuntes en mano, peregrinando en oleadas hacia las facultades donde empiezan este miércoles la selectividad. Muchos nervios y haciendo repaso de última, los estudiantes de segundo de bachillerato de algunos institutos de l'Hospitalet, Santa Coloma o Badalona se reúnen en las puertas de la Facultad de Derecho. Hablan de asíndeton, anadiplosis y metonimias, resolviendo entre ellos dudas de última hora de cara al primer examen, el de lengua castellana. Son algunos de los más de 44.200 estudiantes que se enfrentan a las Pruebas de Acceso en la Universidad 2025, el primer curso que verá la nueva selectividad más competencial que ha introducido la última ley educativa, la LOMLOE.
Adrià, de la Escuela Laietània de Badalona, es un manojo de nervios mientras está sentado en un banco delante de la facultad. No se aguanta las ganas que tiene de que le den ya el examen, para tener una primera aproximación de a qué se enfrenta. A la incertidumbre habitual por la selectividad, donde culminan los dos cursos de bachillerato y se juegan si podrán entrar el próximo curso en los estudios universitarios que quieren, este año se suma que han cambiado los modelos de exámenes. Con pruebas con un diseño más competencial, los estudiantes tendrán que demostrar pensamiento crítico, capacidad argumentativa y habilidad para relacionar conceptos, en preguntas más abiertas y más contextualizadas en situaciones del mundo real, y no tan basadas a volcar contenidos memorizados.
El de castellano aún lo lleva bien, pero a Adrià le preocupa más el examen de Física que hará después, a las 13:00 h. Quiere estudiar Química y le preocupa que no le llegue y la nota. "Tengo que hacer una remontada", dice, y admite que el bachillerato no le ha ido muy bien. A su lado, Xavi, del mismo instituto badalonés, no está nada preocupado. Quiere estudiar Magisterio y lo hará en una universidad privada, por lo que la nota no le preocupa mucho más allá de tener que aprobar. Tampoco están nerviosas Leire, Ainoa y Mònica, del instituto Dolmen de l'Hospitalet de Llobregat: "Tenemos ganas de entrar ya", dicen con cara de circunstancias. Las dos primeras quieren estudiar psicología y la otra alguna ingeniería, aunque no lo tiene claro. Preguntadas por como lo llevan y si han estudiado mucho, resuelven con una carcajada y uno "bien..." aunque afirman que han practicado con el único modelo de prueba que tenían y que no lo ven tan complicado.
El Zenon, del mismo instituto de l'Hospitalet, no está demasiado interesado en la universidad: se ha preparado muy bien la Física y las Matemáticas, porque quiere entrar el próximo año a un grado superior de Robótica Industrial. Sobre la dificultad de la prueba, espera que no se hayan pasado. Él cree que el paso al nuevo modelo más competencial será un beneficio de los alumnos, porque serán benévolos corrigiendo. De hecho, ha mirado exámenes de otras comunidades autónomas y piensa que son asequibles. "Para lo que he estudiado, espero que vaya bien", resuelve. Sebas, de un instituto de Santa Coloma, también piensa estudiar un grado superior, en este caso de transportes y logística, y viene a hacer las PAU por si en un futuro a medio plazo quiere probar la universidad. Él viene del bachillerato tecnológico y lo que peor lleva es Historia, de la cual le da miedo las preguntas más competenciales que le hagan razonar: "Pese al momento de nervios, tienes que tener más imaginación, más creatividad," explica. Con todo, como el Zenon, también piensa que para compensar la novedad los correctores serán más benévolos.

"Los exámenes de hoy son más facilillos, después vendrán los complicados. Ahora a castellano quizás la dificultad mayor es sociolingüística, pero estamos tranquilas", explican tres alumnos que no quieren dar su nombre de un instituto de Barcelona. Una de ellas, admite que tiene "incertidumbre" por el nuevo modelo y le da "miedo y respeto" que sea más difícil, pero está confiada que en clase han trabajado bien el temario y que saldrán adelante. Precisamente, uno de los temas candentes de la selectividad de este año ha sido que solo ha habido un modelo de prueba y que no han tenido suficiente tiempo de prepararlo, porque llegó a casi en noviembre.
A tocar las 8:30 h, los estudiantes han empezado a entrar en las aulas, llamados uno a uno por su nombre por los funcionarios que velan por las pruebas. Peor que los nervios, el angustiante calor que hay este miércoles de junio selectividad en la Facultad de Derecho de la UB, mientras la ola de estudiantes va cogiendo sus respectivos asientos. Todo preparado, sentados, ¡pero salta una incidencia! Es una chica, llorando, porque que se ha dejado el DNI. La profesora que la acompaña da fe de que es ella y los funcionarios lo dan por bueno. Tendrá que presentarlo durante el día. Todo puede continuar. Con cara de circunstancias, escuchan atentamente las normas de las PAU, que el funcionario lee de una hoja con un tono de misa. Al acabar, resuelve: "En resumen, tened un comportamiento normal y no copiéis". Su compañero añade, desde la pizarra: "No os la juguéis copiando, las consecuencias serán peor. No vale la pena la décima que podéis rascar". Y un mensaje tranquilizador: "Os irá bien, os lo prometo. Cuando veis el examen siempre ponéis cara de tranquilidad". A las 9:00 h, puntuales, empieza la selectividad 2025.