La Modelo ha cerrado ya definitivamente sus puertas. En la víspera del aniversario de su inauguración, se han cerrado 113 años de historia a cal y canto. Dentro sólo han quedado los funcionarios y las palomas.
"Siempre hemos convivido con las palomas", dice una de las educadoras. "Como hay las rejas sobre los patios, entran por un agujero y ya no pueden salir. Y se quedan en la prisión", explica. Encontramos muchas en el patio de la galería 4, donde hasta hace muy poco ha habido los presos con más antecedentes y más complicados, y donde esta mañana ha hecho el programa RAC1. De hecho, todavía quedan restos del desayuno. "¿No ha quedado nada? –dice la educadora– es para darles alguna cosa a las palomas. Se están muriendo porque ya no queda nadie y ningún preso les da migas".
En la galería 6 ya no se puede entrar. Hay montado todo el estudio de la SER para hacer el programa. De la galería 3 nos hacen irnos porque empieza el TN de TV3.
Y tampoco podemos entrar en la galería 5. Se ha cerrado después de las colas de periodistas haciendo las fotos a la celda 443, donde estuvo Salvador Puig Antich e Iñaki Pérez Beotegi, Wilson, el cerebro del atentado de ETA contra Luis Carrero Blanco. Se abre sólo unos instantes para que todo el equipo de 8 al dia de Josep Cuní pueda sacar el material.
Lágrimas dentro
Y mientras, en la galería 1, donde se ha hecho la rueda de prensa del conseller de Justícia, todavía hay medios recogiendo el material, en el panóptico los funcionarios del turno de mañana dan vueltas y hacen pequeños corrillos hablando entre ellos. Algunos lloran. De hecho, en el momento en que la Modelo ha quedado vacía del todo, las lágrimas han saltado. "La relación que hay entre el funcionario y el interno de la Modelo no existe en ningún otro centro penitenciario. No sé si es el tipo de arquitectura que te hace más próximo. Pero en las otras prisiones este contacto no existe", dice una de las funcionarias que espera en el panóptico que pase alguna cosa.
Hay un montón de "historias de relaciones interpersonales importantes" que Amparo tiene en la cabeza. Manuel explica que "hay galerías que el interno se acerca más a ti, y hay galerías con internos peores, que son más asépticos y no se quieren relacionar con los funcionarios".
"Estamos descolocados porque no estamos haciendo las funciones diarias... no sabemos qué hacer... se nos ha ido el material...", dice Manuel mientras camina con las manos en el bolsillo.
"Es un día muy triste y todo eso es un circo. No es la realidad que se vive en esta prisión. Todo eso es un circo mediático que responde a una decisión política con la cual nosotros no estamos de acuerdo", dice crítica Amparo, funcionaria de la Modelo desde hace 15 años.
"Hemos luchado todo lo que hemos podido, pero no hay nada que hacer", dice Amparo. "El día a día era un ir y venir de gente por todas partes, muchísimos internos en el patio, diligencias a puñados... ninguna persona que ha trabajado aquí dentro hoy está contenta...", lamenta. "Lloras cuando se marcha un compañero con quien has estado aquí más de 20 años trabajando con él... porque te hacen cambiar forzosamente de centro y quizás no los volverás a encontrar nunca más", explica Manuel.
Amparo ha llegado a estar sólo con un compañero en el patio con 500 internos cuando en la Modelo había 2.200 reclusos: "En aquellos momentos nadie se acordaba de nosotros...". "Hace 30 años que la prisión está obsoleta y a nadie le ha interesado este tema. Ahora les ha interesado. ¿Ahora está obsoleta? No, señores, hace 30 años que está obsoleta", lamenta.
Los trabajadores se quejan de la rapidez en el cierre y de la falta de información: "Habéis tenido más información vosotros que nosotros", dice refiriéndose a los medios de comunicación.
Todos los funcionarios que se van de la Modelo y que no se encargan del desmantelamiento empezarán mañana ya en un nuevo centro penitenciario. "La administración de Justicia no quiere que pasemos ni un solo día sin dar servicio", dice uno de los funcionarios en el patio de deportes de la Modelo, el que da a los talleres, ya completamente desmantelados. Mañana empieza a trabajar en Can Brians 2, a 40 kilómetros de Barcelona.
Lágrimas fuera
Mientras, dentro de los últimos presos subían a los dos furgones que los han llevado a Can Brians y a Cuatre Camins, fuera, los medios de comunicación esperaban la salida. A su lado, discretamente, los vecinos que toda la vida han reivindicado el cierre miraban con lágrimas en los ojos el alboroto mediático.
"Ya era hora. Las prisiones, hoy en día, tenerlas en el centro de la ciudad, no es lo más recomendable", dice Francesc que no puede reprimir las lágrimas cuando recuerda "las famosas subidas arriba, los cortes de tráfico... Era impresionante, muy lamentable...".
Y emocionado se imagina lo que sustituirá la prisión: "Creo que tenemos que hacer actos sociales... una escuela, un centro de día, un centro cívico y el barrio mejorará".