Como cada año, el goteo de estudiantes llorando o preocupados y con cara de circunstancias es una constante con los exámenes de matemáticas de la selectividad. Este viernes ha estado el último día de las Proves d'Accés a la Universitat (PAU) del 2025 y, después de una sorpresa buena en el de catalán, a las 12:00 h los bachilleres se han enfrentado a la prueba de Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales. Si bien los últimos años hubo controversia por una prueba bastante complicada, este año las percepciones son mixtas. La mayoría de los estudiantes consultados por El Nacional a pie de aula coinciden en valorar que no era muy complicado, pero sí que han tenido dificultades para entender algunos enunciados un poco "largos" y "liosos".
Ha habido muchos cálculos de probabilidades, también un sistema de incógnitas o derivar una función. Las protagonistas del día han sido unas vacas frisonas, de las cuales tenían que calcular la probabilidad de que tuvieran un peso determinado. Y una cosa en la que se ha incidido mucho con el nuevo modelo de examen de la selectividad que se ha aplicado este año, los estudiantes han tenido que escribir en varios casos una justificación de sus resultados, para demostrar que han entendido qué les pedían y que saben qué proceso han seguido y qué significa el resultado que les ha dado.
Aritz, del instituto Padre Damián de Barcelona, ha acabado ya todos sus exámenes y ya piensa en el verano después de tanto esfuerzo este segundo de bachillerato. Él cree que "se han portado" con el examen, que ha visto más complicado en otras comunidades autónomas, y espera una buena nota. A un compañero suyo le ha ido bien una parte y la otra no, pero valora que no era un examen muy complicado, sino que no había estudiado lo suficiente. Dos chicas del bachillerato científico han preferido hacer este examen que el de matemáticas de su modalidad y no les ha salido bien la jugada: "Fatal, lo he visto muy complicado y no ha salido", admiten. No estaban acostumbrados este tipo de ejercicios y tienen pocas esperanzas de aprobar, pero ya está hecho y tratan de reír un rato en los pasillos para olvidarse. La misma sensación ha tenido un chico del Instituto Nou de Santa Coloma: "Mal", resuelve escuetamente al ser preguntado por como le ha ido.

A Gabriela, del Instituto Santa Isabel de Barcelona, le ha ido bien y cree que es lo que han trabajado en clase, sin nada extraño ni nuevo, pero que era "un poco más difícil" —una opinión que han compartido más alumnos de varios institutos—. Aunque le ha costado un poco, lo ha podido sacar. Como explican un grupo de estudiantes del Padre Damián, no han visto nada especialmente al examen que no corresponda a lo que se ha impartido en clase o ninguna parte de un nivel mucho más difícil. También han visto ejercicios muy parecidos al modelo de prueba que tenían. Ha ido bien o no, dicen, en función de cuánto haya estudiado a cada uno y cómo haya llevado los nervios. Con todo, ahora ya no depende de ellos y no se atreven a predecir el resultado: "Si apruebo, estaré bastante feliz, a ver cómo corrigen", deja ir con resignación.
"No me ha dicho nadie que era imposible, que a veces pasa"
Un profesor de matemáticas del Instituto Pare Damián presente en la facultad de Derecho de la UB ha valorado la prueba y cree que no era complicada y que no ha salido nada más allá "de lo que se espera". Todo, señala, se ha preparado a clase. El docente cree que las dificultades han sido más bien por perderse en los enunciados un poco largos o no haberlos entendido, en dudar por qué fórmula utilizan o por los nervios que les entra cuando ven una fracción. Sí que admite que es habitual que se equivoquen en cálculos concretos, de los muchos pasos que dan, y al no salir un número como lo que esperaban —quizás les da con muchos decimales— se ponen nerviosos. Con todo, sentencia: "No me ha dicho nadie que era imposible, que a veces pasa". Sobre los llantos, señala que es el de cada año y que los chicos a veces no son realistas con sus expectativas.