¿Cómo reaccionaríais si se descubriera vida alienígena inteligente al espacio exterior? ¿Cambiaría vuestra percepción de Dios, la creación del universo o el porqué de la existencia del ser humano? Estas son las preguntas que se han lanzado a 24 teólogos de todo el mundo en el marco de un programa de investigación de la Universidad de Princeton parcialmente financiado por la NASA. Según ha puntualizado la agencia AP, el objetivo del programa no es asesorar a la NASA, sino reunir académicos para discutir los avances de la astrobiología, que es el campo científico que estudia el potencial del universo para hacer crecer vida fuera de la Tierra.

Más allá del más allá

El programa de investigación hace años que está en marcha, pero los últimos avances en astronomía auguran que un posible contacto con una forma de vida alienígena está más cerca que nunca. Según ha explicado el director del Centro de Investigación Teológico (CTI por sus siglas en inglés), el departamento de Princeton que conduce la investigación, la misión de la NASA durante el tiempo que financió el programa era "evaluar las implicaciones sociales de los esfuerzos de la NASA en la astrobiología y la búsqueda de vida" en el espacio exterior. "Estas reflexiones académicas sobre las implicaciones sociales de la astrobiología se están publicando en una serie de monografías individuales y artículos en revistas académicas revisadas por teólogos, académicos religiosos, filósofos y estudiosos literarios que participaron en nuestro programa de investigación para académicos visitantes en el Centro de Investigación Teológica", ha aclarado.

Observar el pasado

Una máquina del tiempo, una notable hazaña de ingeniería o el lanzamiento de la década son algunos de los comentarios que se han sentido sobre James Webb, el telescopio mayor nunca enviado al espacio el día de Navidad. James Webb, una colaboración entre las agencias espaciales de los Estados Unidos (NASA), de Europa (ESA) y del Canadá (CSA), viajará hasta situarse a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, aproximadamente cuatro veces más lejos que la Luna. Desde allí, ofrecerá una vista inédita del universo a longitudes de ola|onda del infrarrojo próximo y el infrarrojo medio, y permitirá a los científicos estudiar una gran variedad de objetos celestes, siendo capaz de mirar hacia atrás en el tiempo más de 13.500 millones de años para ver las primeras galaxias que nacieron después del Big Bang. Pero para eso, el telescopio tendrá que seguir un largo viaje y superar una serie de etapas críticas el próximo mes. James Webb es tan grande que se ha doblado al estilo origami para caber en el cohete de Arianespace. El telescopio cuenta con un parasol del tamaño de una pista de tenis, y después el espejo primario, de 6,5 metros, con que podrá detectar la tenue luz de estrellas y galaxias distantes con una sensibilidad cien veces mayor que el del telescopio Hubble, informa a la NASA.

 

Foto principal: Asteroides Troyanos en la órbita de Júpiter / NASA