"Los quiero mucho a los tres". Así empezó el ex alcalde de Barcelona Xavier Trias su declaración como testigo en el juicio del 9-N cuando el juez Jesús Maria Barrientos preguntó si tenía algún tipo de relación con los acusados.

Una formalidad, que se pregunta a todos los testigos, y que con un "había trabajado para ellos" o "no los conozco de nada", normalmente hay bastante. Pero que en este juicio ha generado desde respuestas abstractas a largas disertaciones de currículums profesionales o políticos. Y con ellas las sonrisas del público, y las risas ruidosas en la sala de prensa.

De la gran estima de Trias por los acusados, hoy hemos pasado al "somos casi amigas" de Gemma Calvet, refiriéndose a Irene Rigau, o al "ningún contacto personal" de uno de los voluntarios que ha declarado como testigo.

Calvet quería transmitir un mensaje y más o menos lo ha conseguido. El discurso político de la acción antidemocrática que ejerció el Gobierno español, ha quedado claro durante el testimonio de la ex diputada de ERC, que no se quería apartar de su guión mientras el fiscal insistía con su manía de estos días: ¿Cuándo se repartieron los ordenadores?

Calvet: No estaba por la informática, estaba por la gente y la gente respondió!.

Francesc Homs también tuvo alguna intervención ocurrente con el juez: "¿Puedo contestar? no querría que me volviera a avisar..."

Pero el hit de Homs en el juicio es el "qué lástima" cuándo el fiscal le dijo que no le haría ninguna pregunta. Después el ex conseller de la Presidència acabó la conversación con Emilio Sánchez Ulled fuera de la sala del tribunal...

Más lío

La directora territorial de Barcelona de Ensenyament, Montserrat Llobet, tuvo una declaración estrambótica. Entre las contradicciones que no quería tener, lo que sabía que podía decir y lo que no, y lo que no quería decir, hizo que se acabara perdiendo entre las preguntas del fiscal y que acabara pidiendo tiempo muerto, mientras se le escapaba una media sonrisa: "No tengo claro lo que me está diciendo".

Reyes por un día

El martes fue un día largo en el TSJC. 15 testigos interminables que fueron pasando ante el tribunal. Algunos de los que estaban citados a las 13:00 del mediodía no entraron a declarar hasta pasadas las 19:00 de la tarde.

Uno de los técnicos de las empresas informáticas que declaró a última hora le pareció corto el interrogatorio: "Hombre, por un día que vengo... Me parece interesante participar en el juicio", lanzó.

Algunos testigos se han sentido realmente cómodos y se han soltado. Incluso a preguntas de la acusación popular.

Acusación popular: ¿No hizo una comprobación por si era serio? (el mail que recibían los voluntarios desde Participa 2014)

Josep Mª Gallart: No, porque en nuestro instituto fuimos unos cuantos los que lo recibimos. ¡Si hubiera sido falso, nos la habrían metido doblada!"

Hoy el fiscal, a pesar de ser insistente, ha acabado arrancando la sonrisa del testigo. Una voluntaria, Bárbara Sala, que después de repetir y repetir qué trabajo hizo ella, que no había funcionarios, y que las instrucciones estaban en la web, al final ha estallado en risas mientras Emilio Sánchez Ulled intentaba explicar él como se habían organizado los votantes por mesas: "¿Había una lista que iba de los apellidos Sala a Sánchez-Ulled?". Él fiscal también ha reído con tan sólo decirlo.

Pero Sánchez Ulled ha hecho perder la paciencia a algún voluntario:

Gallart: Si un ordenador no iba, me lo comunicaban a mí.

Fiscal: ¿No había un servicio de asistencia?

Gallart: Si quiere, se lo vuelvo a decir: ¡no!

Y para rematar el día, la clase de informática de los especialistas de la Guardia Civil.

Las cargas de Barrientos

El juez también ha estado bajo la mirada de todo el mundo. Y ya no tanto por lo que ha dicho, sino por cómo lo ha dicho. La autoridad judicial ha dejado nota con el tono con que hacía las intervenciones. Desde cuando hacía acercar al micrófono a los peritos de la Guardia Civil con un "se tienen que acercar al micro" seco, hasta las interrupciones a las partes, testigos y acusados. Todo en un tono altivo, beligerante y nada suave.

La primera carga de Barrientos fue con Artur Mas: "Usted no puede analizar. Usted viene como acusado. No tiene que pronunciar preguntas. Usted se limita a responder".

También nos quedamos con las ganas de oír  la respuesta de la única directora que no cedió las llaves del instituto, Dolores Agenjo, a preguntas del abogado de Rigau, Jordi Pina.

Pina: ¿Usted buscaba en toda costa a tener un papel con un membrete para llevarlo a alta inspección [del Estado] y a la Delegación del Gobierno?"

Barrientos: No conteste.

Pina: ¿Usted tenía intención de solicitar el documento por escrito para entregarlo a alguna autoridad del Ministerio de Educación?

Barrientos: No conteste.

Lo que no sabemos es qué ha dicho durante el juicio la fiscal jefe de Barcelona, Anna Maria Magaldi, que ha estado cada día en primera fila, justo detrás de los testigos y que mientras comparecía Francesc Homs, no paró de hacer comentarios y decir que "no" con la cabeza.