Gemma Calvet, Carles Fernández y Anna Palet han desmontado hoy la tesis de la acusación del fiscal y su obsesión en demostrar que el Govern siguió dirigiendo los preparativos del 9-N.

Los tres han expuesto sus funciones antes y durante el día de la votación. Si la exdiputada de ERC Gemma Calvet ha estado contundente con una declaración de alto tono político que ha sacado las vergüenzas al tribunal llegando a exponer que se tendría que estar juzgando a los 2.300.000 catalanes que votaron el 9-N, especialmente efectiva ha sido la declaración de quien fue jefe de comunicación de Joana Ortega, Carles Fernández, que ha dejado claro que la vicepresidenta dio la orden explícita de parar máquinas el día 4 de noviembre cuando se recibió la providencia del TC que prohibía la consulta.

Fernández indicó explícitamente a todo su equipo de comunicación que no actuara: "Recibí una instrucción de detener instrucciones y órdenes a cualquier subordinado mío con respecto al proceso participativo". El único encargo que sí que sacó adelante el jefe de comunicación fue la difusión de la acción del Govern ante la prohibición: "Se tenía que hacer saber que el Govern había pedido una aclaración y que se mantenía a la expectativa".

Gemma Calvet ha sido muy clara y contundente: "A partir el 4 de noviembre todo descansó en estas entidades", refiriéndose a la ANC y Òmnium que hicieron tareas de coordinación de voluntarios. La misma Calvet, según ha explicado, formó parte del equipo de voluntarios que informaban vía telefónica de la jornada de participación.

Anna Palet, alcaldesa de Vilanant, ha negado que recibieran presiones para ceder los locales. Palet puso a disposición de los voluntarios un salón de actos municipal que abrió ella, también, como voluntaria.

El contexto político

El 9-N Calvet hizo de voluntaria con el encargo de acompañar en el 9-N a los observadores internacionales que habían venido del Quebec. "Traté de explicar a los observadores que el referéndum tenía que hacerse algún día y que ya era legal con la Constitución española en la mano", ha expuesto. Y ha detallado como fue la llegada a las 7h de la mañana a uno de los puntos de votación: "Había mucha gente en la cola y no había ninguna autoridad de ningún tipo".

Gemma Calvet ha descrito: "Una implicación social impresionante, colas de ciudadanos, jóvenes, mayores, una señora con silla de ruedas... Estaban descontentos por la situación de parálisis democrática que se estaba viviendo...", y aquí el juez la ha cortado porque el contexto político, según Jesús María Barrientos, no hacía falta.

Frase que ha hecho replicar a Gemma Calvet más como abogada que como testigo: "Este es un juicio de contexto".

"Como testigo tiene que responder a las preguntas que le hacen", ha cerrado Barrientos.

Pero Calvet, tozuda, aún así ha respondido: "Los observadores tuvieron interés en saber qué estaba pasando en el Estado español para impedir una consulta".

Sólo había voluntarios

Todos los voluntarios que han declarado hoy han asegurado que no había ningún funcionario ni trabajadores de la Administración supervisando la votación ni montando la logística.

Han comparecido cinco voluntarios, entre los cuales el exconseller Joan Vallvé que se ha mostrado así de rotundo: "Todo absolutamente todo lo hicieron los voluntarios".

Todos ellos han coincidido con la misma afirmación y han destacado que toda la información sobre lo que tenían que hacer la tenían en la web Participa 2014, y que una vez inscritos, recibieron un correo de confirmación.

Josep Maria Gallart ha admitido incluso delante del abogado de la acusación popular que si hubiera sido un fraude, hubieran caído todos los voluntarios del pueblo.

Acusación popular: ¿No hizo una comprobación por si era serio?

Gallart: No, porque en nuestro instituto fuimos unos cuantos quienes lo recibimos. ¡Si hubiera sido falso, nos la hubieran metido doblada!

David Fernández, otro de los voluntarios, ha explicado la emoción de la jornada "en un país democrático en el que estamos". Frase que ha pasado por el cedazo del tribunal.

Un día más, Emilio Sánchez Ulled insiste en quién y cuándo se instalaron los ordenadores. Es una manera de probar que el Govern trabajó para sacar adelante la consulta a pesar de la prohibición.

La pregunta se ha repetido una y otra vez en cada uno de los testigos, en algunos de los cuales se les ha preguntado más de una vez y han acabado respondiendo sin mucha paciencia:

Calvet: "No estaba para la informática, estaba para la gente y la gente respondió".

Sánchez Ulled ha hecho perder la paciencia a algún voluntario:

Gallart: Si un ordenador no iba, me lo comunicaban a mí.

Fiscal: ¿No había un servicio de asistencia?

Gallart: Si quiere, lo vuelvo a decir: ¡no!

En el mismo sentido ha insistido otro de los voluntarios, David Fernández Alsina: "No teníamos ninguna indicación de ningún teléfono ni ninguna manera de comunicarnos con nadie para emitir incidencias. De hecho, no tuvimos ningún tipo de incidencia con ordenadores".

También ha explicado cómo montaron el dispositivo de los puntos de votación con la organización de las mesas por apellidos: "Con papeles y rotuladores".