El faraón Merenptah, hijo de Ramsés el Grande, volvió victorioso de una guerra en Oriente Próximo el año 1207 antes de Cristo e inmortalizó en el muro del templo de Tebas su victoria. Merenptah consiguió estabilizar el imperio en un momento convulso y puso por escrito a todas y cada una de las batallas. Hizo de esta manera la primera cita histórica de Israel, que todavía se conserva.

"Israel ha sido derrocado y es yermo, no tiene semilla", dice el jeroglífico de la estela de Merenptah. Pero los egiptólogos precisan que al referirse a Israel usa el determinativo como un gentilicio, y por lo tanto se tendría que leer como los israelitas o los hijos de Israel han sido derrocados. En aquella época los israelitas no habían formado todavía ningún reino sino que eran tribus de pastores.

La palabra israelita es de las más antiguas que se sigue usando en la actualidad. Israelita aparece en la Torà, el Antiguo Testamento, y define al pueblo surgido de los 12 hijos del patriarca Jacob, las 12 tribus originarias del judaísmo. En el relato bíblico aparecen muchos episodios de estos israelitas de la antigüedad, también denominados a menudo hijos de Israel o pueblo de Israel. Es un concepto que también se utiliza como sinónimo de judío.

La palabra sale escrita con profusión, por supuesto, en el Éxodo, el denominado libro de Shemot de la Torá:

El Señor dijo a Moisés:

—Por qué clamas a mí? Ordena a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú alza tu bastón, extiende la mano hacia el mar y se partirá en dos, para que los israelitas pasen a pie seco por el medio del mar. Yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren detrás suyo; entonces manifestaré mi gloria venciendo al faraón y a todo su ejército, sus carros y sus guerreros. Y cuando haya manifestado mi gloria venciendo al faraón, sus carros y sus guerreros, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.

No se tiene que confundir israelita con israelí, que es lo que sucedió en la comparecencia en el Parlament del presidente de la Comunitat Israelita de Barcelona, Uriel Benguigui, y los ataques personales que recibió del diputado de la CUP Benet Salellas, que han provocado un gran malestar en la comunidad judía, porque ha visto en ellos antisemitismo.

Un israelí es un ciudadano del Estado actual de Israel, y se trata de una palabra que define la nacionalidad. Es un término nuevo que se decidió después de la independencia el año 1948, para diferenciarlo de la palabra histórica de israelita, que se quiso preservar. Hay israelíes judíos, pero también hay musulmanes y católicos. De la misma manera que, observado desde otro punto de vista, hay judíos y también árabes con pasaporte israelí. Y por todo ello un israelita no tiene por qué ser israelí.

La sociedad israelí es al mismo tiempo en sí misma un calidoscopio. No sólo porque incluye la comunidad árabe israelí, sino porque los orígenes de la mayoría judía son múltiples y muy dispares.

Los judíos asquenazíes, procedentes del centro y este de Europa, son los que dirigieron el proceso de independencia y han liderado tradicionalmente el país. Son los que hablaban yiddish desde el siglo XIV, los que crearon los primeros kibbutz desde 1909, y los que han aportado más influencia hebrea en la cultura occidental.

La canción Bei Mir bist tu shein, compuesta en lengua yiddish en 1932 por Jacob Jacobs, la popularizaron después las Andrew Sisters en inglés en los Estados Unidos.

 

En Israel hay poblaciones de muchos otros orígenes, como los sefardíes, los drusos o los judíos negros de origen etíope, también conocidos como falashas. Un sector que siempre se ha sentido despreciado a la sociedad israelí son los mizrajim, los israelíes que provienen de comunidades judías de países árabes del Oriente Próximo o del Norte de África. En los últimos años, los mizrajim se están reivindicando y empiezan a exportar su visión cultural.

A-Wa es un grupo formado por tres judías israelíes originarias de Yemen, que fusionan la música tradicional de aquel país con la música dance electrónica. Y cantan en árabe. El vídeo tiene más de 3,3 millones de visualizaciones y ha sido un éxito en Israel.

 

En el Oriente Próximo la historia pesa como una losa y nada es simple ni binario y eso es lo que no se debe olvidar nunca en un Parlament europeo.