La consellera de Justícia, Ester Capella, ha empezado las visitas a los centros penitenciarios catalanes en la prisión de mujeres de Wad-Ras de Barcelona. "He escogido un centro de mujeres porque, por mi trabajo, he visitado muchos centros y siempre me han impactado las prisiones de mujeres. Siempre somos las que nos llevamos el peor de los porrazos". Un 7% de los 8.400 presos que hay en Catalunya son mujeres. Hay 562 en todos los centros catalanes y el 59% han sufrido maltratos.

Sin querer todavía aventurarse a decir si el cierre de este centro y la apertura de uno nuevo está en la agenda más inmediata, Capella ha explicado el nuevo tratamiento con visión de género para todas las mujeres presas en Catalunya.

El objetivo de esta iniciativa es el empoderamiento de las mujeres reclusas y su preparación para el retorno a la vida en libertad. Los educadores, psicólogos, trabajadores sociales y juristas de cada centro ofrecen este tratamiento en función de la trayectoria de las internas y su situación social y familiar.

Ester Capella Wad Ras - Sergi Alcazar

Todo el tratamiento se desarrolla en grupos muy reducidos. Se trata de proporcionar herramientas para la maternidad, para potenciar la autoestima y para una conducta sexual y sanitaria responsable. De los 13 centros penitenciarios de Catalunya, sólo hay cinco que tengan mujeres internas. Son el Centro de Mujeres de Barcelona —popularmente conocido como Wad-Ras—, Can Brians 1 (Sant Esteve Sesrovires, Baix Llobregat), Ponent (Lleida), Mas d'Enric (El Catllar, Tarragonès) y Puig de les Basses (Figueres, Alt Empordà).

¿Cómo son las mujeres presas?

El perfil de las internas en un centro penitenciario de la Generalitat es el de una mujer de 38 años, condenada a una pena de cinco años por robo (39%) o tráfico de drogas (32%). En seis de cada diez casos, han sido víctimas de violencia de género y sufren algún problema de salud mental. Las internas también duplican los casos de falta de recursos económicos respecto de los hombres y tienen menos red familiar.

Ester Capella Wad Ras - Sergi Alcazar

Para las mujeres, el paso por la prisión implica una doble condena. La primera, relacionada con el delito que han cometido y, la segunda, por la transgresión del rol que tradicionalmente la sociedad les ha reservado como apoyo principal en las cargas familiares.

Durante su proceso de rehabilitación, las mujeres respetan más las condiciones de salidas y permisos. Y una vez fuera, el grado de reincidencia es menor que el de los hombres.