Pido una infusión. Me la sirven en una de estas teteras de acero inoxidable sin pitorro.

Quien las diseñó, incomprensiblemente, todavía no ha sido puesto a disposición judicial y condenado a cadena perpetua. Y quien ha conseguido venderlas a miles de bares, todavía se ríe ahora: “¡¡¡Ja, ja, ja!!! ¡¡¡Les he vendido la máquina más inútil que ha parido la humanidad!!! ¡¡¡Ja, ja, ja!!!.

Tres momentos hacen particularmente patéticos estos utensilios:

1/ Cuando abres la tapa a ver si ha infusionado el contenido, o bien la levantas un poquito para conseguir que al servirte no rebose más de lo que ya rebosa (como veremos en el punto 3) a causa de su perverso diseño, y como el pivote de la tapa es del mismo material que el resto del patético subproducto y no está aislado, la quemadura digital es segura e inevitable.

2/ el asa para cogerla no sólo no es redonda sino que es plana y tiene las aristas acabadas en ángulo y la mayoría de veces sin pulir y eso provoca que te la claves en los dedos.

3/ el diseño (por llamarlo de alguna manera) hace que sea imposible que no rebose. Si usted observa cómo son las teteras en los países donde es frecuente usarlas, verá que el pitorro sobresale. ¿SERÁ POR ALGUNA COSA, NO?

Con el pitorro enganchado a la pared de una tetera que en la parte superior es totalmente redonda es imposible no tirar el líquido que contiene. Rebosa siempre. Es que la ley de la física no permite ninguna otra opción.

Pero eso no ha sido todo. Resulta que plato y taza están desaparejados. Y la zona del plato donde tiene que descansar la taza hace como una pequeña panza. Y el culo de la taza es totalmente plano. ¿Resultado? La taza no tiene estabilidad y cuando remuevo el azúcar acabo rebosando líquido en el plato. Para evitarlo pondría unas servilletas de papel haciendo de secante, pero no hay. Por lo tanto, cada vez que hago un trago, me mojo los pantalones porque el culo de la taza está lleno de líquido.

Y para rematarlo, la famosa taza que tiene asa, sí, pero sin agujero. A ver una cosa... La humanidad ha estado evolucionando desde hace unos 200 millones de años. Y fruto de esta evolución hemos llegado a un punto donde las tazas tienen asas. Y asas con agujeros. Y, ¿sabe por qué las asas tienen agujeros? Para poder cogerlas. El ser humano no ha evolucionado durante 200 millones de años para que un cretino decida que las tazas tienen que tener un asa ridículamente pequeña y sin agujero para que sea prácticamente imposible levantarlas del plato donde descansan. Si no hay agujero, el usuario no tiene ningún punto de apoyo y tiene que hacer una fuerza descomunal con el dedo gordo y el índice, no sólo para desplazar la taza en sentido vertical, sino para hacer el viaje hasta la boca sin que le resbale, caiga y se haga pedazos.

¿Tan difícil es ofrecer a los clientes una tetera que no rebose, un plato y una taza que no ofrezcan más inestabilidad que la relación Rufián-Justo Molinero y que la taza se pueda coger sin necesidad de hacer una fuerza de millones de julios en un espacio mínimo? Pues se ve que sí, oiga.