Enrique Pons lleva 50 años viviendo en los bajos del número 281 de la calle Sardenya, a escasos metros de la Sagrada Familia. Este histórico dibujante y guionista de la editorial Bruguera lleva unos días acudiendo a la antigua Casa de Cádiz, convertida desde hace unos meses en un albergue improvisado donde viven una treintena de sintecho. La paga de 600 euros que recibe mensualmente la gasta practicamente en su totalidad en el alquiler de su casa. Después de ver como esta cantidad aumentaba año tras año, la inmobiliaria propietaria amenaza ahora con echarlo del piso a los 85 años.

"Que se me lleven con los pies por delante", dice Pons desde su butaca. El dibujante no está acostumbrado a las visitas y dice tener completamente asimilado que su destino es vivir solo. Sólo entrar en su casa es imposible no darse cuenta de la cantidad de fotografías, pósteres y cuadros de Marilyn Monroe que cuelgan de las paredes, pintadas en tres grandes franjas de color verde, rojo y amarillo.

La pequeña habitación de luz tenue está llena de detalles y recuerdos de todo tipo que configuran una primera impresión de trencadís. Una gran cantidad de los objetos de la sala tienen motivos egipcios y oníricos. Esto es así porque después del cierre de la editorial Bruguera a finales de la década de los ochenta, Pons se dedicó en el tarotismo, actividad que todavía practica. Los dos millones de pesetas que recibió de compensación por la pérdida del puesto de trabajo los dejó prestados a una amiga, que nunca se los devolvió.

Enric Pons dibujando editorial Bruguera Anton Rosa

Desde entonces, este dibujante y escritor ha ido ahorrando para poder pagar cada mes el alquiler de los bajos donde se instaló con toda su familia cuando sólo era un niño. Pons tenía la calefacción estropeada y mantenía el consumo eléctrico al mínimo con el fin de poder llegar a fin de mes. Hasta hace aproximadamente tres años, el precio que tenía que pagar por la casa donde creció a duras penas superaba los 300 euros.

Sin embargo, el nuevo propietario empezó a reformar la escalera y las diferentes instalaciones de suministros, elevando la cantidad total a pagar hasta los 530 euros. Gracias a la ayuda de una abogada, el antiguo trabajador de Bruguera pudo contactar con un comedor social y acceder a las ayudas sociales del Ayuntamiento de Barcelona.

La situación de este dibujante ha llamado la atención de los organizadores de la vecina Casa de Cádiz, que han decidido ayudarlo, ofreciéndole de comer y arreglándole la calefacción. "Lo poco que tiene lo comparte. Nos apoyamos mutuamente", explica Lagarder Danciu, un sintecho activista y uno de los promotores del ocupación de la antigua sede de la ciudad andaluza.

Con el fin de visibilizar su caso, Lagarder ha explicado a través de Twitter la historia de Pons y ha hecho un llamamiento a comprar el último libro del dibujante.

El hombre del traje pistacho se puede comprar en la misma casa okupada y ya son varias las personas que se han acercado para adquirir un ejemplar firmado y así contribuir a la causa.