Sé que para ser una persona relativamente pequeña, tengo una capacidad de escupir bilis que dejaría locos los mejores gastroenterólogos del país. De verdad, lo sé y hago verdaderos esfuerzos por moderarme: pero hay cosas que me superan. Y entre las que me ponen más nerviosa, me molestan y me sublevan están los barceloneses "que se van al pueblo". Personas que por tener una casa de veraneo se creen con el derecho a afirmar que tienen pueblo. No. Es que no. Ni hablar. Porque pasar unos días en una casita con vistas al mar o una choza en la montaña durante las vacaciones y algún fin de semana perdido durante el año es muy fácil. Sin embargo, por bonito que sea compartir estos ratos con vosotros (que lo es): no tenéis ni idea de lo qué quiere decir ser de pueblo.

Pero hagamos una pausa. Porque os alecciono desde mi privilegio y eso tiene que quedar claro. Igual que me quejo, quiero ser honesta y decir que soy del Maresme, no del far-west, Lleida, ni de un rincón tan olvidado de nuestro imaginario colectivo como lo son las Terres de l'Ebre. Me he criado en el tercer núcleo municipal más pequeño de Catalunya, pero he tenido siempre Barcelona a 25 minutos y eso me hace peor como persona y me quita pedigrí. Soy consciente. Pero alguien tenía que dar un paso adelante, y me ha dado la gana hacerlo a mí.

Y también, siguiendo con las confesiones, os quiero decir que os entiendo. Porque decir que te vas al pueblo, siempre en verano, siempre con buen tiempo, es muy tentador. TODO EL MUNDO quiere ser de pueblo a entonces, cuando la brisa te da en la cara, lo haces todo al aire libre y comes helados 24/7. Cuando es el momento de ponerte hasta el culo de gin-tonics durante la fiesta mayor y encuentras aquel amor vacacional que, encima, no interferirá en el funcionamiento de tu vida normal EN LA CIUDAD. ¿Sin embargo, el resto del año qué?

Ser de pueblo quiere decir hacerse amigo de las mismas personas que te hacen bullying en la escuela porque no hay bastante gente para separar más los papeles. Que tus padres sepan que tienes tu primer novio/a porque de que les han avisado todos y cada a uno de los adultos del municipio. Pasar más tiempo en Rodalies que en tu casa. Trasladarse para ir al instituto, a la universidad, para trabajar. No tener vida privada, porque ante la falta de comercios y centros de entretenimiento, el chismorreo se convierte en una herramienta vital para la supervivencia de la comunidad. Que el plato fuerte del año (sí, de todo el año) sea ver tocar la Orquestra Girasol o la variante territorial que más encaje en tu zona. Vivir en un sitio que hierve de actividad el verano y que queda desolado en invierno: todo cerrado, heladerías, bares y pisos, demasiado caros para los vecinos porque la masificación los ha hecho subir de precio.

No te equivoques. Me encanta tener pueblo, haberme criado en un pueblo. Pero no son parajes idílicos. No son rinconcitos de calma. No son oasis en medio del caos. Es donde viven personas que tienen sus mierdas y movidas varias. Sitios donde circula la droga que es un escándalo. Que tienen infraestructuras de mierda que la Generalitat no repara, porque son cuatro gatos. Donde ves cada día las mismas caras fantásticas y te tienes que marchar cada vez que quieres hacer cualquier cosa que no sea ir al bar. Venid, pero con respeto. Aprended cuál es vuestro sitio. Porque aceptémoslo, no tenéis ni idea de qué quiere decir ser de pueblo.

Y dicho esto, confesión número 3: yo ahora vivo en Barcelona.