Si alguna cosa habrá aprendido medio mundo después de esta pandemia es que no todos los héroes llevan capa. Alguno simplemente llevan una bata, una mascarilla y unas gafas de protección. Están en los hospitales, en los CAP y otros centros médicos habilitados, o incluso detrás los teléfonos y las aplicaciones de emergencias. David, Cristina, Isabel o Ramon son una pequeña representación de los millares de nombres que estos días luchan desde la trinchera contra el coronavirus. Los que hay en la otra lado de los aplausos que llenan nuestras calles cada día a las ocho de la noche. Héroes anónimos que desde El Nacional queremos que conozcáis.

David, médico residente del Hospital de Sant Pau

A primera línea de fuego hay gente como David. Él es residente de segundo año y está destinado a urgencias del hospital de Sant Pau. Aunque todavía es muy joven y no tiene una larga experiencia, reconoce que nunca se habría imaginado vivir una situación como esta: "es muy impactante, triste y agotador". En las últimas semanas ha visto cómo la "práctica totalidad del hospital" ha pasado a dedicarse "única y exclusivamente al coronavirus", excepto algunos pequeños núcleos que siguen atendiendo las patologías que no se detienen.

Lo que más me preocupa es no poder atender a todo el mundo como se merece

"En urgencias se ha cuadruplicado la gente que somos habitualmente para intentar absorber el volumen de pacientes y zonas de especialidad ahora son destinadas a críticos. Incluso en salas de espera se han hecho obras para poner nuevas camas", asegura, todavía sin acabar de creerse todo lo que ha pasado en el último más. "El coronavirus nos ha cambiado la vida a todos y al personal sanitario todavía más".

Lo que más preocupa a David, sin embargo, no son los turnos interminables de 12 horas y tener que ir intercalando jornadas diarias y nocturnas, sino "no poder llegar a atender a todo el mundo como se merece, que es con la excelencia". "Eso da bastante miedo", reconoce. No es lo único. También ve "angustiante" el hecho de que sea una enfermedad tan nueva y no haya "guías" de actuación como pasa con el resto de patologías.

Es una enfermedad que angustia. Es muy nueva y no tenemos guías de actuación

"De momento hay tratamientos que sabemos que pueden funcionar, aunque no están comprobados. Pero es un trabajo complicado porque tienes que saber qué le puedes aportar en aquel paciente que le pueda ser provechoso. Tienes que ir actualizándote cada día. Cuando has acabado turno y estás en casa vas mirando nuevos protocolos y viendo cómo puedes atender a la gente de la mejor manera posible", explica.

Esta es una de las cosas que ha cambiado con el coronavirus, pero no la única. También lo ha hecho la relación con los pacientes y sus familias. "Cuando entras a ver a un paciente tienes que dejar la máxima distancia posible, hacer sólo preguntas clave, explorarlo de manera rápida y salir el más bien posible para no gastar material". Todo es ahora más "frío", lamenta.

Ver a un paciente morir solo, rompe el corazón

Igual que la relación con los familiares, tanto la comunicación médico-familiar como la familiar-paciente. El confinamiento y la alta contagiosidad del virus hace que no se les pueda ir a ver en el hospital. "Hay pacientes que tienen que afrontar el final de vida sin poder estar acompañados de sus familiares más queridos. Eso rompe el corazón", lamenta David, aunque también quiere dejar claro que se hacen "muchas altas" y de "todas las edades".

Después de unas semanas al pie del cañón, sin embargo, ahora David se tendrá que pasar unos días en casa. El lunes pasado empezó a tener síntomas y dio positivo en la prueba del coronavirus. Aunque asegura que no van "desprotegidos, si que lamenta que las condiciones no sean las "óptimas", y prueba de esto es que tanto él como otros médicos se están contagiando. "Crea angustia llevártelo a casa, pero es al deber y es por eso que te lo piensas", concluye.

Hospital Santo Paz Barcelona médicos coronavirus EFEHospital de Sant Pau, Barcelona | EFE

Cristina, MIR preincorporada al Hospital de Sant Pau

En el mismo hospital, pero unas plantas más arriba, está Cristina Nogueroles. Es una de las jóvenes profesionales que se ha tenido que incorporar a toda prisa. Se graduó el pasado mes de junio y el 25 de enero hizo las pruebas del MIR. La pandemia del coronavirus la cogió en casa esperando la publicación de las listas definitivas y, como muchos jóvenes de la nueva hornada de médicos, ha dado un paso adelante y se han apuntado a hacer de voluntaria a los hospitales.

Que cuenten contigo para echar una mano hace ilusión, aunque me da miedo no estar a la altura

En tres o cuatro días ha pasado de estar esperando plaza por la residencia a 'especializarse' en coronavirus. Lo encara con "ganas" e "ilusión", pero reconoce que es una "mezcla de sentimientos". "Da miedo no estar a la altura o que, al no tener experiencia, dejes de ayudar más que otra cosa", reconoce, a pesar de asegurar que no se podía quedar en casa pudiendo dar una mano" ante la gran crisis sanitaria que hay y la falta de médicos para afrontarla.

Explica que los turnos son "físicamente agotadores", pero que lo que es realmente "duro" es a nivel psicológico. "Cuando salgo del hospital hay días que me entran ganas de llorar. Hay guardias que van muy mal. Va todo en contra de porque nos hacemos médicos", lamenta. Aunque en estos momentos las transmisiones van bajando, avisa de que las "UCI están llenas" y que se tiene que hacer uno cierta elección.

Va todo en contra de porqué nos hacemos médicos

"Ahora mismo los recursos son limitados. Hay mucha gente y tienes que limitar procedimientos a gente que ves que no tiene posibilidades, cuando en otras circunstancias quizás harías mucho más. Igual lo bajarías al UCI, pero tienes 3 personas de treinta años menos que también están esperando para bajar. Es cuestión de quien tiene más oportunidades. Al final acabas decidiendo quién merece ganar años de vida o quien es merece más un procedimiento que se muy limitado", explica.

Isabel, enfermera reincorporada a un 'hotel salud'

Isabel Matí, en cambio, es de las que se han vuelto a poner la bata después de colgarla y jubilarse. Hacía dos años que había acabado las horas que le quedaban de la prejubilación, pero no podía quedarse en casa viendo la situación. "Tenía la necesidad de volver. Yo soy enfermera, y mientras tenga la energía lo seguiré siendo, esté jubilada o no", asegura, contenta de poder ayudar en lo que sea.

Este miércoles, después de unos días mirando donde se podía incorporar, empezó a trabajar dentro del proyecto 'hotel salud'. Ella, concretamente, está destinada en el hotel Princess, ubicado al lado del Fòrum, donde se llevan aquellos pacientes que ya han recibido el alta hospitalaria, pero que no tienen posibilidad de volver a casa, porque viven con familiares de riesgo o porque no tienen donde confinarse en condiciones.

Yo soy enfermera y mientras tenga energía lo seguiré siendo, esté jubilada o no

"Es un buen proyecto para profesionales como yo. No tengo la energía de antes, pero supone sentirme útil y poder intervenir", explica animada. Sabe que contagiarse es un "riesgo", pero asegura que no la mueve "el miedo" y que "a pesar de los riesgos, compensa". "Me lo propusieron y no me lo pensé", afirma con 40 años de profesión en la espalda, los últimos a la unidad de psiquiatría del Hospital del Mar. Como Cristina, quedarse en casa no era una opción.

Sanitarios Hospital Santo Paz mascarillas aplausos 8 - Sergi Alcazar
Ambulancia del SEM, Barcelona | Sergi Alcàzar

Ramon, ayuda a teleasistencia para el SEM

Ramón Coll tampoco quería quedarse de brazos doblados, pero en su caso, al tener ya 70 años y llevar más de seis jubilado, volver a la primera línea no era la mejor de las opciones. Por eso, trabaja desde casa. Además de haber sido médico de Can Ruti, también es presidente de la Asociación de Médicos y Facultativos Jubilados del mismo centro médico y, al ver la situación, decidieron ofrecerse para hacer "algún tipo de actividad apta a la edad".

Tengo 70 años y soy de riesgo, pero sí que puedo ayudar desde casa

Desde hace una semana y media, junto con otros compañeros de los Hermanos Trias, se dedican a llamar a los ciudadanos que, según han marcado a la aplicación del Covid del departamento de Salud, tienen un "grave riesgo" de estar sufriendo la enfermedad. Ramon avisa de que no se trata de hacer una "evaluación médica", sino de "clasificar y detectar problemas graves".

El procedimiento sirve tanto para hacer una radiografía de "cómo está la población", como para derivar casos que pueden requerir "urgencia inmediata" hacia los hospitales. Además, su trabajo sirve para descongestionar el SEM y el 061, que a causa de la pandemia han recibido un avalancha de llamadas y consultas que satura el sistema.

Está contento de poder volver a ser útil, pero es pesimista con el futuro y reconoce que, después de cuarenta años de batallar con enfermedades y de ver pacientes, nunca se hubiera imaginado una emergencia sanitaria como esta. "Eso va para largo", avisa.