El día 16 de marzo una ambulancia fue a buscar a Rafel a su casa. Tiene 87 años y ya hace tiempo que sufre insuficiencia respiratoria. La fiebre le había subido y lo que en un primer momento había parecido una bronquitis acabó en positivo por coronavirus. Desde entonces está ingresado en el Hospital del Mar. Sus hijos no lo han podido ver. La situación de confinamiento general y el diagnóstico positivo en el virus impide a sus familiares poder acompañarle en este momento tan delicado. "Tienes el padre ingresado y no puedes ni darle la mano", lamenta Montse, su hija, que asegura que estar apartados de él "les hace sufrir mucho".

Este miércoles, sin embargo, nueve días después del ingreso, la alegría se coló en casa Montse a través de un selfie en el grupo de Whats App familiar. Era su padre, sonriente, con una barba mucho más larga que de costumbre y al lado de dos enfermeras vestidas casi como "astronautas". "Le dijimos que parecía Fernando Rey", recuerda alegre Montse.

Rafel tiene móvil y puede leer los mensajes, aunque no se aclara demasiado para escribir y todavía menos para hacerse un selfie. Las dos enfermeras lo habían ayudado a poder enseñar a la familia que no tienen que sufrir. "Me alegró la semana y el mes", asegura Montse, que sólo encuentra que palabras de agradecimiento ante dos profesionales sanitarias que, a pesar de "pasarlo mal" y "durmiendo poco", han encontrado un momento para ayudar a su familia. "Es muy grande".

Recibir una fotografía de tu padre ingresado después de diez días te alegra la semana y el mes

También los abuelos de Carla, de 89 años, están ingresados en este hospital. Entraron este miércoles, después de unos días en casa con fiebre. Al cabo de unas horas su llegada al hospital, sin embargo, la información les llegaba con cuentagotas y Carla estaba angustiada por no saber nada de la evolución. Fue entonces cuando una de sus primas alertó de que había una enfermera del Hospital del Mar que se ofrecía por Twitter para hacer de enlace entre familiares y los pacientes. Carla, que no era usuaria de esta red social hasta ayer, se abrió rápidamente una cuenta e intentó contactarla para probar suerte.

Hubo surte. A la una de la madrugada recibía un mensaje de Marta que le explicaba que los había podido ver y que "estaban juntos" y "bien cuidados". "Marta ha sido muy amable", recuerda a la Carla agradecida y con la voz medio rota.

Esta mañana, sin embargo, han informado a la familia de que trasladarán sus abuelos en un pabellón para enfermos habilido en le Fórum. Carla sufre más por que no "desubiquen" y por su "bienestar" que por la salud, porque sabe que en el hospital los tratarán bien, pero reconoce que no lleva nada bien la falta de contacto con ellos. "Tienen 89 años, no tienen teléfono y tampoco se entenderían", lamenta. Por eso agradece "cualquier contacto en la medida de lo posible" que puedan hacer desde el hospital.

Se necesitan tabletas, puede ser la última vez que veas tu familiar

En el otro lado de la trinchera está Olga. Es enfermera de la planta 8 de la Vall d'Hebron y se ofrece para hacer de "paloma mensajera" entre las familias y los pacientes. Hace escasas horas que ha lanzado su ofrecimiento por Twitter y ya va desbordada de peticiones y reacciones. En conversación telefónica con El Nacional, lamenta que el coronavirus ha "deshumanizado" la relación con los pacientes y lamenta que se tenga que entrar a las habitaciones vestidos "como de la NASA" y estar el menor tiempo posible. "Es una impotencia total, salimos llorando. También somos humanos".

"Nosotros damos la cara, pero también nos afecta psicológicamente", asegura, y añade que lo peor para los pacientes es "la falta de contacto con los suyos". Si bien es cierto que la mayoría, especialmente los más jóvenes, pueden tener el móvil con ellos y hablar con sus familiares, también lo es que los de edad más avanzada no tienen ni los saben hacer funcionar. Por eso, Olga pide a las empresas tecnológicas que les hagan llegar tabletas. "Se tiene que hacer alguna cosa. Que alguien se ponga en contacto con los hospitales y dé tabletas. Puede ser la última vez que veas a tu familiar", alerta con mucha tristeza.

Clamores como el de Olga, sin embargo, ya han recogido sus frutos. El Hospital Josep Trueta ya ha conseguido más de 60 tabletas para comunicar a los pacientes con sus familiares. La iniciativa surgió de Ramon Brugada, jefe de cardiología de este hospital, y su sobrino, Estanis Sarquella, que es gerente de Gironafibra, la primera empresa a hacer una donación de diez tabletas. Después del éxito del Trueta, ahora otros hospitales catalanes están valorando las posibilidades de ponerlo en marcha también en sus centros.