Timochenko, Pablo Catatumbo, Pastor Álape, Jesús Santrich y Romaña subieron sonrientes y haciendo la “v” de la victoria a dos helicópteros con el emblema del Comité Internacional de la Cruz Roja que les trasladaría a ellos y unos 40 comandantes de las FARC de Sábanas del Yarí, en Caquetá, hasta Cartagena de Indias, donde mañana lunes los hombres fuertes del grupo guerrillero más violento de Colombia firmarán un acuerdo de paz con el Gobierno que preside Juan Manuel Santos.

Es la semana de la fe para los colombianos. Siete días llenos de esperanza que comenzarán con esa firma y finalizarán el domingo 2 de octubre con el plebiscito convocado por el gobierno para que todos los ciudadanos colombianos respalden o rechacen los acuerdos de paz. Es la semana de la muerte de la bala, y también el entierro del secuestro y de la extorsión. Es la semana de la entrega de armas, que serán fundidas para convertirlas en tres monumentos a la Paz y que serán situados en Nueva York, La Habana y Cartagena. Es la semana histórica en la que Colombia quiere construir un nuevo país, fundamentado en la paz, la equidad y la educación.

Cartagena, su ciudad amurallada y bañada por las aguas del Caribe, ampliará las páginas de su historia con una firma que, sobre el papel, terminará con más de 50 años de enfrentamiento bélico que ha dejado un sinnúmero de muertos entre guerrilleros, militares, paramilitares y campesinos. Una guerra que situó a Colombia entre los países más violentos del mundo.

Cartagena, blindada

La ciudad heroica ha sido blindada por un contingente de más de 3.000 fuerzas policiales que garantizarán la seguridad de los 2.500 invitados al solemne e histórico  acto que se llevará a cabo entre las 12 de la noche y la una de la madrugada española de este lunes 26 de septiembre. El lunes ha sido declarado cívico, es decir que se han suspendido las clases y trabajadores públicos y de empresas de servicios tienen el día libre. También ha sido declarada la Ley Seca, que impide vender alcohol.

Quince presidentes desoyen a Uribe

Entre los invitados figuran un total de quince presidentes, en su mayoría de países sudamericanos, una veintena de cancilleres y otras personalidades entre las que se encuentra el rey Juan Carlos, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong-Kim y la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde.

Todos ellos han hecho caso omiso del mensaje que hace unos días les enviaron los expresidentes colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, los grandes defensores del “no” a los acuerdos de paz, y en el que les invitaban a no asistir a un acto que ellos consideran exclusivamente interno del país.

El presidente Santos, al mismo tiempo, rechazó un debate con Uribe por falta de tiempo. Santos fue el discípulo aventajado de Uribe cuando éste fue presidente. Fue concretamente su ministro de Defensa y a él se le responsabilizó de los golpes más importantes que el Gobierno dio a las FARC como fueron las muertes del Mono Jojoy, Raúl Reyes y Alfonso Cano.

Santos firmará los acuerdos de paz, negociados durante cuatro años en La Habana con la colaboración del gobierno de Cuba y de Venezuela, pero difícilmente Uribe firmará la paz con él.

El presidente de Colombia se ha convertido en el mandatario más mediático en los últimos meses. Hace una semana en Nueva York, en la sede de la ONU, recibió la felicitación y el apoyo de Barack Obama sino también el elogio de la gran mayoría de presidentes del mundo.

Colombia abre sus brazos

Durante los doce minutos que duró su discurso, Santos se mostró optimista y esperanzado con todo el proceso: “No queremos más guerras ni en Colombia ni en el mundo. Tenemos motivos para la esperanza. Hay una guerra menos en el planeta. Es en Colombia”.

Recordó que los recursos que antes se destinaban al conflicto serán ahora para la educación y para el campo. “Una Colombia que abre sus brazos al mundo, y da la bienvenida a la inversión, al comercio y al turismo”, concluyó.

Cartagena y el mundo entero serán testigos de un acuerdo histórico, pero que encuentra opositores en muchos colombianos, que creen que votar “sí” significa apoyar a Santos y votar “no” es respaldar a Uribe. Y como dijo la Premio Nobel de la Paz, Jody Williams, en una reciente entrevista en la cadena Caracol “la paz no es de Santos ni de Uribe, es de los colombianos”.

Pero hay quien piensa como el exvicepresidente Pancho Santos que “un proceso de paz en un país dividido es un delito”.

Humberto de la Calle, principal negociador con las FARC en La Habana, en cambio, declara abiertamente que “para las FARC y nuestro pueblo la mayor satisfacción será siempre haber ganado la paz”. Al mismo tiempo, Armando Benedetti, senador y presidente del partido en el Gobierno, acusa directamente: “Los que quieren la guerra no han escuchado las balas”.