En el año 2000 Carme Romero (Riudoms, 1971) fue la primera mujer del Cuerpo de Bomberos de la Generalitat de Catalunya en quedarse embarazada. Una buena nueva, para ella; un imprevisto, para el cuerpo: sin protocolos previstos para la ocasión, abandonó la primera línea de fuego durante un tiempo para pasar a hacer trabajos de despacho. Años más tarde, cansada de que a su hija todo el mundo le dijera que su madre tenía un trabajo diferente, esta bombera de primera del Parque de Cambrils que de pequeña quería ser maestra escribió La Clàudia i el seu casc de bombera, un cuento infantil con una historia que, por desgracia, parece todavía de ciencia-ficción: la de una niña que, después de visitar un parque de bomberos con la escuela, decide que no quiere ser una princesa a quien salve ningún príncipe azul, sino una bombera que dedique su vida a salvar las de otros.

 

No solo formas parte del 2% de mujeres del Cos de Bombers de la Generalitat, sino que además escribes cuentos con historias donde pasa lo contrario de lo que pasa siempre. ¿Por qué ser mujer y ser bombera es contracultural?
Lo dejará de ser el día que no me hagan entrevistas por el solo hecho de ser mujer y bombera, pero cabe decir que en los últimos treinta años hemos avanzado un poco. Poco, pero algo. Cuando entré en el cuerpo todavía era más contracultural.

En las pelis de superhéroes el bombero que salva vidas nunca es una mujer.
Este es uno de los grandes problemas: nos faltan modelos. Ni tenemos ahora, ni teníamos a finales de los noventa.

¿Decidiste ser bombera sin saber que se podía ser bombera, pues, como quien dice?
Yo soy exatleta y en aquella época, hace más de veinticinco años, trabajaba de entrenadora en un club de Reus. El trabajo me gustaba, pero no me hacía vibrar, y un día un compañero del club que era bombero me dijo: ¿y por qué no te presentas a bombera?

¿Y no bromeaba, no?
No bromeaba, no. Y eso que cuando alguien te propone sacarte el carné de camión, lo primero que piensas es que te está tomando el pelo.

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¿Es requisito indispensable para entrar en el cuerpo, tener carné de camión?
Sí, lo es. Pero no me echó para atrás este hecho, y me lo saqué. Tampoco me daban miedo las pruebas físicas, ni por descontado las teóricas. Si tuve alguna duda, se me disipó cuando aquel verano me presenté a la campaña forestal.

¿Por qué?
Porque fue tener el primer contacto con el mundo de los bomberos y saber que aquello era lo que a mí me llenaba. Me daba igual que fuera un mundo que no estuviera habilitado para mujeres como yo.

¿Cuando dices para mujeres como tú, quieres decir para mujeres en general, verdad?
Sí, claro. Cuando Gemma y yo entramos en el Parque de Cambrils, en aquel momento no había ni vestuarios femeninos; tuvimos que inventarnos un sistema rudimentario para poder ducharnos con la intimidad pertinente, poniendo dos pestillos, avisando al resto de que nos íbamos a duchar y procurando hacerlo tan rápido como fuera posible para molestar el mínimo.

¿Te sentías una intrusa? ¿Una rara avis?
En parte sí, pero por suerte la inmensa mayoría de gente comprendió perfectamente bien la situación desde el primer día. Nunca hubo ningún problema, y como mucho alguna vez algún compañero bromeaba quejándose de que ahora ya no podía ir en calzoncillos por el vestuario, pero era siempre con buena fe.

¿Y la inmensa minoría?
Inexistente, de verdad. Una vez, hace muchos y muchos años, un bombero me dijo que yo le estaba quitando el sitio a un hombre. Por suerte, fue un caso puntual.

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¿Es cansado tener que argumentar siempre el trabajo que has escogido hacer?
Hay demasiados ámbitos en los que, cuando dices que eres bombera, no te entienden. "¿Bombera? Pero debes estar en las oficinas, ¿no?". Y les dices que no, que tú también apagas fuegos. "¿De verdad? ¿Y tú llevas el camión?" Y cuando les respondo que también, alucinan.

Hay un gran estigma de masculinidad en el trabajo de bombera.
Creo que cada vez es menor, por suerte, pero cuando yo empecé era así. De hecho, tengo una anécdota curiosa al respecto, que ahora la explico medio riendo, pero que demuestra muchas cosas. Cuando entré en el Parque de Reus, hace años, me hice muy amiga de un compañero y una noche quedamos para cenar. Su mujer era médico del Sant Joan, y se ve que al día siguiente explicó a no sé quien que la noche anterior había cenado con una compañera de su marido y que se había sorprendido de cómo era yo de femenina. "Imposible, seguro que es una marimacho de cabo a rabo", dice que le dijeron.

Permíteme explicarte que durante doce años he sido entrenador de fútbol sala femenino. Algunas personas, más de una vez, me decían que "el fútbol sala femenino, ni es fútbol sala, ni es femenino".
Insisto, por suerte estos estigmas absurdos se están diluyendo. Ahora ya no es anormal que las mujeres hagamos deporte, que las mujeres estemos fibradas, que las mujeres vayamos al gimnasio o que las mujeres triunfemos en deportes donde hasta hace pocos años sólo conocíamos el nombre de hombres.

Eres la única mujer en el Parque de Cambrils. ¿Te sientes sola?
No, de ninguna manera. Estoy sola, pero no me siento sola. Con los compañeros del Parque somos como una familia, que es una cosa básica en este trabajo: cualquier bombero sabe que sus compañeros lo son todo.

La camaradería es un valor que no entiende de sexos.
Es que es precisamente eso: el trabajo de bombero es transversal, polivalente y se basa en unos valores que no tienen nada que ver con si eres hombre o eres mujer.

Unos valores sin género como pueden ser la valentía, el coraje, la solidaridad o la empatía.
Cuando me invitan a hacer charlas a institutos, siempre digo que los oficios no tienen género. Pienso que los oficios son de personas que tienen las habilidades para hacer aquel oficio, sean hombres o mujeres, sean personas gordas o delgadas, altas o bajas, etc.

¿Qué tanto por ciento de importancia tiene el físico, en el mundo de los bomberos?
Evidentemente que el físico o la fuerza son importantes, igual que la preparación física en sí, pero todos aquellos otros valores más allá del género de los cuales hablábamos son igual de básicos. Piensa, además, que esto del físico es relativo: un bombero de metro sesenta, delgado y esmirriado, será más hábil para entrar dentro de un vehículo volcado. Que haya diferencias físicas, entre nosotros, permite dar más eficacia a la ejecución del servicio.

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¿Qué le dirías a una chica que se está planteando hacerse bombera?
Que quizás tenemos uniformes unisex con tallaje demasiado grande, que quizás hay parques que se podrían habilitar mejor con respecto a dependencias y vestuarios, o que quizás nos hace falta más información sobre cómo afrontar los embarazos. Pero también, claro, que quizás eso cambiará si ella se hace bombera y cada vez somos más. Que no se deje impresionar por las pequeñas carencias o deficiencias que todavía existen, vaya.

¿Tú que fuiste la primera bombera del cuerpo en quedarse embarazada, crees que se ha avanzado en este aspecto?
Hemos mejorado poco con respecto a eso, pero todavía hay que reivindicar más. De hecho, tenemos un grupo de Whatsapp con la mayoría de bomberas del país y a menudo tratamos estos temas.

¿Y por qué esta chica joven que se plantea ser bombera tendría que decidir entrar en el cuerpo, pues?
Porque, si lo hace y le gusta el trabajo, será inmensamente feliz y disfrutará de un trabajo gratificante toda la vida. Que luche, que estudie y que se entrene, que una, cuando quiere una cosa, tiene que salir adelante y no hacer caso de los prejuicios existentes.

Tú decidiste no ser princesa, sino bombera.
Sí, y es la mejor decisión que he tomado en mi vida.