¿Quién no ha oído a sus padres o amigos definirse como boomers para llamarse torpes con la tecnología? ¿O hablar de los millennials como "la generación de la inmediatez"? Es muy habitual oír hablar de boomers, milenials o generación Z, así como asociar estas etiquetas a cómo somos, como pensamos e incluso como consumimos. ¿Sin embargo, hasta qué punto estas clasificaciones reflejan la realidad social e histórica de España? Más allá de la moda y del uso comercial, sociólogos y expertos advierten que detrás de estas palabras se esconden simplificaciones que pueden invisibilizar experiencias únicas y condicionar la manera como entendemos a nuestra sociedad.

En primer lugar, la procedencia de las etiquetas es digno de análisis. La teorización sobre generaciones se remonta a los años 20, y tanto pensadores europeos como americanos han teorizado sobre ello (desde el húngaro Karl Mannheim hasta Ortega y Gasset, por ejemplo). No obstante, fue a partir de los años 60 que los términos como "baby-boomer" se empezaron a popularizar al contexto norteamericano, después del aumento de la natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial. La periodista Sylvia F. Porter fue la que acuñó el término y, posteriormente, el sociólogo Landon Jones lo teorizó.

¿Universalidad? Las etiquetas en España

Las etiquetas generacionales tienen que ser cuestionadas en España por su falta de contexto histórico y uso comercial. "El análisis empírico generacional tiene muchas controversias teóricas y metodológicas a causa de la falta de un concepto unívoco y de fuentes estadísticas", afirma a la catedrática de Sociología, Almudena Moreno Mínguez, en declaraciones en EFE. Las etiquetas como 'boomer', 'millennial' o 'generación Z', pues, se utilizan hoy para describir la demografía de España, y a menudo se hace sin tener en cuenta acontecimientos históricos decisivos y particulares, hecho que comporta el riesgo de que se conviertan en categorías más comerciales que científicas. El sociólogo Mariano Urraco Solanilla, advierte que "no se pueden marcar límites nítidos para englobar a todas las personas solo por la edad biológica" y, según él, la generación no determina el carácter, y asociarlo tiende a jerarquizar y puede favorecer el edadismo.

Para la sociología, son los grandes acontecimientos históricos los que definen la identidad de una generación y, dado que cada sociedad tiene sus propios puntos de inflexión históricos, hay que establecer las etiquetas dentro de cada país o nación. Mientras que los boomers de los Estados Unidos se identifican con la franja de entre el 1946 y 1964, por ejemplo, en España el 'baby-boom' tuvo lugar entre 1957 y 1977 —coincidiendo con la recuperación después de la Guerra Civil y a la mejora de la sanidad a finales del régimen franquista. De la misma manera, el 1989 marca el inicio de la generación postsoviética en la Europa del Este y las personas nacidas en la China durante la década de 1950 y principios de los 60 tienen incorporada la Revolución Cultural.

Por último, dado que las generaciones surgen después de grandes cambios sociales y el mundo globalizado homogeneiza las vivencias, los expertos aseveran que la generación con más rasgos comunes a escala global son los millennials. El uso generalizado de las redes sociales también ha colaborado en lo que podríamos denominar la progresiva uniformización de la personalidad. Así y todo, es evidente que tampoco son completamente asimilables entre países porque en España, por ejemplo, los millennials (1981-1996) son la primera generación nacida en democracia.

¿Qué dicen las estadísticas?

Los datos del censo del 2024 del INE muestran que la juventud es cada vez más minoritaria (un 4% menos que actualmente que a principios de siglo), mientras que los mayores de 44 años han aumentado un 10%. Las generaciones más numerosas en España son la X (1965-1980) y la Y o millennials (1981-2000), con cerca de un cuarto de la población cada una. Las siguientes son la generación Z (2001-2020), que representa un 20%, los boomers (1946-1964), con un 20,2%, el alfa (nacidos después de 2021), con solo un 2,8%, y la silenciosa (mayores de 80 años) un 6,7%. La generación grandiosa (1900-1924) prácticamente ha desaparecido, con menos de 16.000 personas.