Desde que empezó la campaña de vacunación conjunta contra el coronavirus en todos los países europeos –el pasado 27 de diciembre– no han parado de aflorar problemas de suministros, distribución o de producción en relación con las vacunas anti-Covid que la Unión Europea había pactado. Y eso, pasa factura. Los líderes nacionales ya han acusado la adquisición conjunta de ser demasiado burocrática y limitante para sus miembros. Además, también hay bastante opacidad porque no se pueden ver los contratos ni pactos que hicieron las diferentes compañías con la UE. Eso, sin embargo, no es lo único que critican. También las decisiones del bloque de priorizar el proceso por encima de la velocidad y de poner la solidaridad entre los países de la UE por delante de dar más margen de maniobra a los gobiernos individuales han sido criticadas para frenar la respuesta del coronavirus.

Los países de la UE decidieron unir fuerzas, incluso cuando los Estados Unidos y el Reino Unido fueron más rápido aprobando usos de emergencia para las diferentes vacunas y empezando la campaña de vacunación más pronto. ¿El resultado? Precios más bajos con una rendición de cuentas más elevada e inyecciones para todo el mundo. Por el contrario, retrasos en la entrega y tensiones entre los países miembros.

Según Politico.eu, la UE siempre ha ido atrás a la hora de adquirir vacunas. De hecho, siempre ha ido un paso o dos atrás y empezó a moverse cuando los EE.UU. podían monopolizar la oferta. Su enfoque centrado en la deliberación a la hora de aprobar las vacunas –para conseguir convencer a los negacionistas y frenar el crecimiento del movimiento antivacunas– ha hecho que los EE.UU. y el Reino Unido se hayan situado un paso por delante a la hora de conseguir las vacunas.

Culpar a la UE siempre es fácil. Pero la situación actual ha hecho aumentar la desconfianza y ha dejado patentes las ambiciones de los 27. Y es que aglutinar poderes de mercado, autoridad moral de los diferentes países y presupuestos y perspectivas sociales diferentes, no es cosa fácil. Eso implica que mientras unos aceleran, otros tienen que frenarse para avanzar en una competencia única.

Contratos opacos

Como se ha puesto de manifiesto en diferentes países, los contratos para las vacunas son opacos. Eso no quiere decir otra cosa, que, la mayoría de países o autoridades sanitarias, no saben qué dicen los contratos de distribución y suministro. Sin ir más lejos, el secretario de Salut Pública, Josep Maria Argimon, lo ponía de manifiesto, nuevamente, en una rueda de prensa de este miércoles. Así, ha recordado el hecho de que AstraZeneca suministrará menos dosis de las pactadas con la Unión Europea y ha reiterado que los contratos que no se están cumpliendo no les han podido ver. "Europa y España tienen que tener una posición firme y reclamar el cumplimiento del contrato. Contratos que recuerdo que no conocemos su contenido", ha insistido.

Esta solidaridad europea pone el punto de mira en la solidaridad de los países, una vez más. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha dicho en varias ocasiones que estaba "convencido de que no lo tendríamos que ceder a la ilusión que lo habríamos hecho mejor solamente". No es lo único. El ministro de sanidad alemán, Jens Sphan, también puso el foco en las consecuencias geopolíticas de haber ido solos. Además, también se ha preguntado que "si los socios de la Europa del Este y del Sur no hubieran recibido una vacuna por parte de la UE, ¿quién habría intervenido? ¿China? ¿Rusia? ¿Lo habríamos preferido?".

Sin embargo, no todo el mundo piensa lo mismo. Según recoge Politico.eu, Chipre ya habría pedido ayuda a Israel y Hungría habría decidido cambiar la suya estratégica de vacunación. De esta manera, ha emitido autorizaciones nacionales para el uso de las vacunas de AstraZeneca y también la rusa Sputnik V. Además, también tienen un acuerdo con la vacuna china Sinopharm a tocar.

 

Imagen principal: una dosis de la vacuna anti-Covid / Sergi Alcàzar