El estado de alarma por el coronavirus y el confinamiento obligado ha alterado el día a día de miles de familias.

Bien sea porque alguno de los padres sigue trabajando (aunque sea telemáticamente) o bien porque ninguno de los dos lo hace, todos los hogares han tenido que readaptar rutinas. Y a la hora de pasar el confinamiento con menores, y evitar que el móvil y la televisión pasen a ser los protagonistas, Internet es un buen aliado. En la red hay consejos y recursos pedagógicos para hacer más soportable la situación. Una de las claves es, ya de entrada, hacer un horario. "Combinamos recreo, estudio y juego en familia; y también dejamos un rato para la televisión y la tablet", explica Gemma Johé, una madre gerundense con dos hijos de 4 y 7 años.

Entre las ocho y las diez, vestirse, desayunar y lavar los dientes. De diez a once, deberes de escuela. Después un rato de recreo antes de comer. Y por la tarde, de nuevo, estudio entre tres y cuatro. Juegos en familia, merienda, ducha a las siete y cena a las ocho.

A grandes rasgos, es el horario que recoge una hoja colgada con imanes a la nevera. Y que desde el lunes, marca la rutina de esta familia de Campllong (Gironès). El matrimonio tiene dos hijos: Biel, de 7 años, y el Arlet, de 4.

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"Como el confinamiento empezó el fin de semana, los dos primeros días lo hicimos como pudimos; pero después ya vimos que había que hacer un horario, para que los niños tuvieran una rutina", explica Gemma Johé. Ella es maestra de primaria en Vilobí d'Onyar (Selva). Y aunque no va a la escuela, cada día trabaja para colgar contenidos a Internet para las familias de la clase.

El padre sí que se marcha de casa para irse a trabajar; a pesar de que no siempre, porque durante parte de su horario laboral también hace teletrabajo. "Con el trabajo lo hacemos un poco como podemos; al ser maestra, yo también tengo un poco más de flexibilidad", explica Gemma. "Y como la situación es de emergencia, las empresas también dan más margen", dice en referencia a su hombre.

Para gestionar el día a día con la nueva situación, el matrimonio buscó recursos en Internet. No tanto pedagógicos –aquí, la escuela los envía a menudo- sino más bien aquellos que les permitieran saber cómo afrontar un confinamiento que se puede alargar; y sobre todo, como explicar a sus hijos que, a partir de ahora, no pueden salir a la calle.

"A su manera, también lo sacan"

"Creo que los niños son bastante conscientes del qué pasa, sobre todo a partir de los 5-6 años; además, aunque evitas hablar mucho del coronavirus, ellos ven que estamos nerviosos o miramos continuamente el móvil", explica a Gemma. "Y ellos a su manera también lo sacan, porque lloran o llaman a más del normal, o te van haciendo preguntas como: ¿por qué no podemos ir a casa la yaya"?, añade.

En el caso de Biel y el Arlet, y siguiendo recomendaciones hechas por los psicólogos a los medios, los padres los han explicado qué es el coronavirus y qué comporta el estado de alarma. Sin mentiras, pero también poniéndose en el plan de cada niño. "Es una gripe grave y nos tenemos que quedar en casa", explica el Arlet. "Con los niños es más fácil que el coronavirus se contagie, por eso nosotros no podemos salir; y los padres, sólo para ir a trabajar, en la farmacia o a comprar", añade a Biel.

En Campllong, los dos hermanos pueden salir a fuera a ratos, porque tienen patio (cosa que ayuda con los ratos de ocio). Pero su madre ya explica que haber establecido un horario, sobre todo, les permite mantener rutinas. Y readaptar aquellas que, por necesidad, han tenido que cambiar.

"Las de primera hora de la mañana se mantienen, pero quizás se retrasa un poco más todo en comparación con cuándo vamos a la escuela", explica Gemma Johé. "Aquello que tenemos claro, sin embargo, es que a pesar de adaptar el ritmo, no los soltamos con pijama por casa; y por la noche, mantenemos horas como las de la ducha o la cena", añade.

A partir de aquí, el horario combina estudio con recreo, comida y merienda. Y evidentemente, también con ratos para jugar al ordenador, mirar la televisión o jugar con el móvil y la tablet. "Tratamos de seguir las directrices que nos dan desde la escuela con los deberes y el trabajo en casa, hacemos pequeñas pausas y juego en familia... Es un horario marcado, pero que también hemos querido pactar en parte con los niños y que pudieran decir la suya", concreta Gemma Johé. "Hemos hecho una miniescuela en casa", añade a Biel.

De momento, tanto Gemma como su hombre son conscientes de que la situación se alargará. Por eso, tienen claro que hay que tomárselo con filosofía. "Los niños nos preguntan mucho cuándo durará el confinamiento, y no lo sabemos; pero sí que tenemos que intentar pasarlo lo mejor posible", concluye Gemma Johé. Hoy, por ejemplo, han pintado un mensaje para la esperanza: el arco iris con la frase 'Todo irá bien', que ya han colgado en un cristal.