Por ahora se sabe que hay dos variantes del coronavirus: la variante británica y la sudafricana. ¿Sin embargo, cómo empezó su descubrimiento? Según señala la CNN, el descubrimiento podría haber empezado con la apuesta de una botella de vino.

En el mes de noviembre, Tulio de Oliveira, que dirige un laboratorio de genética en Sudáfrica, empezó a recibir llamadas telefónicas ansiosas de médicos en la provincia de Eastern Cape, que veían un crecimiento explosivo en los pacientes con coronavirus. Los hospitales se llenaban rápidamente. Y el aumento había surgido de la nada. "Fue impactante", explica Oliveira, profesor de la Universidad de KwaZulu-Natal, en Durban.

Así, Oliveira pidió rápidamente unas muestras del virus para poder secuenciarlas genéticamente. En menos de una semana, secuenció 16. Y las 16 tenían mutaciones similares en un número inusualmente alto. De esta manera, el profesor descubrió una nueva variante del virus.

Las 16 muestras estaban separadas por centenares de kilómetros entre sí en las provincias de Eastern Cape y KwaZulu-Natal, con lo cual se concluía que la variante se estaba extendiendo de manera rápida.

Alguna de las mutaciones, según vio, estaba en los genes relacionados con los picos que se encuentran encima de los virus. Las pruebas para detectar el virus, así como los medicamentos y las vacunas, se han centrado en estos picos. La preocupación es que si estos picos cambian, ni las pruebas de detección ni las vacunas funcionarán tan bien.

Dónde entra en juego el vino

Según detalla la CNN, el siguiente paso que dio Oliveira fue acercarse a los laboratorios de la Red de Vigilancia Genómica de Sudáfrica y les pidió que enviaran muestras del virus de sus pacientes con Covid de todas partes. Uno de los laboratorios estaba en Stellenbosch, una ciudad que tiene bodegas famosas.

Oliveira dijo que Susan Engelbrecht, científica principal del laboratorio, le dijo que se sorprendería si la nueva variante hubiera llegado a su área, porque estaba a más de 700 kilómetros de la bahía de Nelson Mendela, dónde se había registrado la propagación de la variante por primera vez.

"Hice una apuesta con ella. Si encontrábamos la variante en más del 50% de las muestras de Stellenbosch, me daría una botella de vino", exponía. "Ella me dijo que no solo me daría una botella de vino, sino que también se comería su sombrero".

De las 67 muestras de Stellenbosch, 58 eran de la misma variante encontrada en la bahía de Nelson Mandela.

A partir de aquí, todo fue a más. Unos días después, el 4 de diciembre, Oliveira envió un correo urgente al funcionario de la OMS que dirige el Grupo de Trabajo de Evolución del Virus SARS-CoV-2 de la agencia informando del hallazgo.