Descrito por primera vez en los años 90 en Japón y denominado como el síndrome de Tako-Tsubo –porque así se llama una vasija, abombada y con el cuello estrecho, usada tradicionalmente entre los pescadores nipones para atrapar pulpos–, el también conocido como síndrome del corazón roto afecta en más de un 85% a mujeres postmenopáusicas, con estrés emocional o físico repentino e inesperado causando una liberación excesiva de adrenalina, que puede dañar temporalmente el corazón de algunas personas.

Tal y como informa la Fundación Española del Corazón, algunos desencadenantes, tal y como recogen los expertos, suelen ser sucesos que afectan a la vida de estas personas y alteran su estado emocional: una muerte inesperada de un ser querido, un diagnóstico médico negativo o cualquier otra situación que produzca un estrés inmediato.

Las que lo padecen, suelen reportar síntomas similares a un infarto de miocardio (dolor de pecho, falta de aire). Además, existe un daño miocárdico transitorio por el cual, parte del corazón afectado (generalmente el ventrículo izquierdo) adquiere una forma similar a una trampa para pulpos.

Corazón en morado

Pero mientras en un infarto de miocardio los síntomas se deben a un bloqueo parcial o total de una arteria coronaria –generalmente debido a un coágulo de sangre que se forma debido a la acumulación de grasa en la pared de la arteria– en el caso del síndrome de Tako-Tsubo, las arterias coronarias no están obstruidas.

Tal y como se recoge en este estudio de título Síndrome de tako-tsubo e insuficiencia cardiaca: seguimiento a largo plazo publicado en la Revista Española de Cardiología, en este trastorno, la insuficiencia cardiaca es frecuente; se observa sobre todo en pacientes con más comorbilidades y peores clases funcionales previas y se asocia a más eventos adversos, tanto durante el ingreso como en el seguimiento a largo plazo. El pronóstico a largo plazo es generalmente bueno.

Cuando una persona presente los síntomas, debe acudir a un especialista que, en primer lugar, deberá descartar que sean debidos a un infarto de miocardio. Normalmente se realiza un electrocardiograma, ecocardiografía y analíticas con enzimas cardíacas.

Descartado el infarto, se debe establecer si se ha producido un antecedente de un fuerte y repentino evento estresante, ausencia de factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, diabetes, dislipemia y tabaquismo).

En cuanto al tratamiento, en principio se suele tratar como un infarto de miocardio, aunque luego se irán disminuyendo los fármacos y se suelen prescribir  los inhibidores de la angiotensina, beta-bloqueantes o diuréticos. El fin de esta medicación es recuperar la función cardiaca, reducir el estrés sobre el miocardio y disminuir el exceso de líquido que se haya podido acumular.