Una persona positiva no ignora los problemas. De hecho, en una situación como la que estamos viviendo, es imposible sustraerse a la incertidumbre o la tristeza en muchas ocasiones. Pero algunos tienen el don de centrarse en el aspecto positivo de los acontecimientos, sean de la naturaleza que sean. Puede ocurrir de forma innata o se puede trabajar para lograr ser una persona optimista.

La consecuencia es siempre buena, porque cuando llegan malos momentos, la reacción suele centrarse en buscar soluciones, no en intentar culparse a sí mismo ni enredarse con pensamientos que no llevan a ningún sitio. Está claro que esta actitud tiene beneficios para ser más felices en la vida y para alegrar la vida de los demás. Pero es que, además, puede ser muy buena para la salud.

Mujer positivaTomarse la vida con un espíritu positivo puede ser muy bueno a largo plazo para la memoria 

Así lo demuestra un estudio publicado en la revista Psychological Science que concluye que las personas que se sienten entusiastas y alegres, lo que los psicólogos llaman afecto positivo, tienen menos probabilidades de experimentar un deterioro de la memoria a medida que envejecen. Este resultado se suma a un creciente número de estudios sobre el papel del afecto positivo en el envejecimiento saludable.

El estudio

Para llevar a cabo esta investigación, los expertos de la Universidad Northwestern analizaron datos de 991 personas de mediana edad y de mayores de diferentes ciudades de Estados Unidos durante diferentes periodos de tiempo:  entre 1995 y 1996, 2004 y 2006, y 2013 y 2014. En cada evaluación, los participantes informaron sobre una variedad de emociones positivas que habían experimentado durante los últimos 30 días. En las dos evaluaciones finales, los participantes también completaron pruebas de rendimiento de la memoria. Estas pruebas consistieron en recordar palabras inmediatamente después de su presentación y nuevamente 15 minutos después.

Los investigadores examinaron la asociación entre el afecto positivo y el deterioro de la memoria, teniendo en cuenta la edad, el género, la educación, la depresión, el afecto negativo y la extraversión.

“Nuestros descubrimientos mostraron que la memoria disminuyó con la edad”, asegura Claudia Haase, autora principal del artículo. “Sin embargo, las personas con niveles más altos de afecto positivo tuvieron una disminución de la memoria menos pronunciada en el transcurso de casi una década.

Hombre sonrienteCuanto mayores sean los niveles de los afectos positivos, menores son las pérdidas de memoria

Esta circunstancia abre diferentes posibilidades terapéuticas para las personas mayores, en el sentido de cómo poder conectar el afecto positivo y la memoria, como la salud física o las relaciones sociales. Para ello, los expertos que han participado en la investigación han declarado que van a seguir analizando datos para comprobar cómo es el proceso biológico que interviene y cómo se puede fomentar.