Existen determinados grupos de población que pueden verse afectados en mayor medida por un mayor riesgo cardiovascular, como los jóvenes, las mujeres y los nonagenarios. Y lo cierto es que el riesgo cardiovascular se ha investigado poco en estos grupos. En el caso de los jóvenes, puede ser un problema, porque es clave efectuar la detección precoz de la hipertensión arterial para evitar lesiones graves en los llamados órganos diana, como son el corazón y su prolongación en la aorta, el cerebro y los riñones.

Según el Dr. Pedro Armario García, del Hospital Sant Joan Despí Moisés Broggi, “la prevalencia de hipertensión arterial en el joven de 18-39 años varía en función de la zona estudiada, siendo más frecuente en varones que en mujeres. La prevalencia global en EEUU y España es alrededor del 7-12% y se incrementará debido al aumento de la obesidad y los estilos de vida menos cardiosaludables”.

Básicamente existen tres factores que conducen a la elevación de las cifras de presión arterial: factores genéticos, como antecedentes de hipertensión en familiares de primer grado; factores perinatales, como bajo peso al nacer, historia de presión arterial alta gestacional o preclamsia en la madre; factores ambientales, entre los que es muy importante la obesidad y los cambios de estilo de vida no favorables, como la alimentación y el sedentarismo.

Ataque corazón

Respecto a las personas con cifras de presión arterial buenas, las que la tienen alta presentan un aumento del riesgo cardiovascular del 75%. Los jóvenes con inicio de hipertensión presentan un riesgo mayor de desarrollar lesiones en el corazón (un órgano diana), como la hipertrofia ventricular izquierda, la disfunción diastólica o la calcificación coronaria. Su detección precoz puede reducir el riesgo.

Existen dos tipos distintos de hipertensión arterial, tal y como explica la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). La secundaria a otros problemas de salud o medicaciones, y la esencial, que es mucho más frecuente y que en el adulto está determinada por factores que ocurren muchos años antes. Los signos y síntomas que pueden orientar hacia la sospecha de hipertensión secundaria son tan variados como las causas renales, vásculo-renales (displasia fibromuscular, endocrinas (feocromocitoma, hiperaldosteornismo primario, alteración de la función tiroidea), coartación de la aorta, y farmacológicas, entre otras.

Este riesgo cardiovascular en las mujeres jóvenes es inferior al de los varones jóvenes, aunque hay condiciones como enfermedades ginecológicas y obstétricas que lo aumentan. Además, las enfermedades reumatológicas crónicas inflamatorias, más prevalentes en las mujeres que en los varones, también elevan este riesgo”.