Un estudio identifica los mecanismos neuronales responsables de los antojos durante el embarazo. La investigación, hecha en hembras de ratón, muestra que el embarazo induce una reorganización de los circuitos relacionados con la motivación y el deseo que impulsan a comer productos dulces y calóricos. Los antojos persistentes de la madre afectan el metabolismo y los circuitos neuronales que regulan la ingesta de alimentos de la descendencia, lo cual puede comportar un aumento del peso, ansiedad y trastornos alimentarios en los hijos. El trabajo, encabezado por investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas Augusto Pi i Sunyer (IDIBAPS), se ha publicado en la revista Nature Metabolism.

Según los resultados de la investigación, durante el embarazo, el cerebro de las hembras de ratón experimenta cambios en las conexiones funcionales de los circuitos de recompensa, así como de los centros gustativos y sensoriomotores. Además, igual que las mujeres embarazadas, las hembras de ratón son más sensibles a los dulces y desarrollan conductas de ingesta compulsiva de alimentos calóricos. Los investigadores observaron que los niveles de dopamina, así como la actividad de su receptor D2R aumentaban al núcleo accumbens, una región cerebral implicada en el circuito de recompensa. Estas células neuronales, y su alteración, también serían las responsables de la aparición de los antojos, ya que la ansiedad por la comida, típica del embarazo, desapareció después de bloquear la actividad.

Otros estudios catalanes hechos con roedores

Un experimento del Grupo de Investigación en Lenguaje y Cognición Comparada (LCC) del Centro de Cognición y Cerebro de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona ha concluido que las ratas reconocen canciones incluso si les cambian el tempo y la frecuencia una octava por encima o por debajo de su partitura. El experimento, que publica la revista Animal Cognition, forma parte de una investigación para saber cómo los animales perciben los sonidos y la música y saber si comparten con los humanos unas características que de momento se hacen ver ser únicas en el reino animal: el lenguaje y la música. "Nuestro grupo se dedica a entender cómo han evolucionado estas habilidades en los seres humanos y hasta qué punto algunos de sus componentes son compartidos por otras especies", ha explicado al director del LCC, Juan Manuel Toro, uno de los autores del estudio, conjuntamente con Paola Crespo Bojorque y Alexandre Celma Miralles.

Los humanos, cuando escuchan una canción conocida, pueden identificarla aunque no sea una versión exacta del original, si suena más alto o más bajo, más rápido o más lento o si los instrumentos son diferentes de la versión que conoce. El estudio de la LCC pretendía explorar hasta qué punto esta habilidad se basa en habilidades que ya están presentes en otros animales, es decir, que no son exclusivas de los humanos. Por eso, estudiaron 40 ratas de laboratorio (Rattus norvegicus, por lo común conocidas como ratas Long-Evans) que adiestraron para identificar una melodía, en este caso la segunda mitad de la canción Cumpleaños feliz. "Es una melodía de trece tonos que incluye todo el arco tonal típico de las escalas occidentales", han detallado los investigadores.