La fructosa es un azúcar natural que está presente en frutas, los zumos de frutas, ciertas verduras y en la miel. En principio, todos alimentos saludables que se deben incluir en una dieta para preservar la salud. Pero no sólo está ahí.

Desde hace un tiempo, determinados alimentos procesados incluyen en su composición otro tipo de sustancias como los jarabes o siropes de glucosa-fructosa fabricados con el almidón de materias primas como el maíz y el arroz. En los últimos años, diversas investigaciones han puesto el foco en este tipo de ingredientes para analizar su relación con la obesidad, la diabetes e incluso algunos tipos de cáncer.

Por ejemplo, un estudio realizado por un equipo de expertos del Baylor College of Medicine y Weill Cornell Medicine recogido por la revista Science demostraba que consumir diariamente jarabe de maíz con un alto contenido de fructosa,  acelera el crecimiento de los tumores intestinales. La investigación se llevó a cabo en ratones, y sirvió para descubrir el mecanismo por el cual se producía esta relación. Al parecer, una enzima de los tumores convierte la fructosa en fructosa-1-fosfato, lo que altera el metabolismo de las células tumorales y crea ácidos grasos que refuerzan el crecimiento del mismo.

Es importante subrayar que los jarabes de fructosa, a pesar del nombre, no son como la fructosa natural de la fruta, sino que están sometidos a un procesamiento para poder utilizarlos como aditivo en alimentos y otros productos como los refrescos, helados, la repostería industrial, los productos de panadería, las mermeladas, conservas o los productos lácteos, por poner sólo unos ejemplos.

Las investigaciones realizadas, como la anteriormente descrita, vinculan esta forma procesada de la fructosa a un mayor riesgo de sufrir diferentes patologías, y no la fructosa presente en la fruta fresca. Por eso, aunque algunas dietas de moda subrayan la necesidad de eliminar la fruta de la dieta para mejorar la salud, lo cierto es que para la mayoría de las personas –excepto aquellas que presenten intolerancia– no hay evidencia que sugiera que la fruta sea dañina. Pero subrayando el hecho de que sea fruta fresca, no zumos de frutas industriales ni en conserva.

De hecho, en una alimentación equilibrada la fruta debe jugar un papel esencial. La Organización Mundial de la Salud recomienda la ingesta de cinco piezas al día. Los beneficios son múltiples: el aporte de fibra mejora la salud intestinal, ayuda a mantener los niveles de glucosa en sangre equilibrados. Las vitaminas y minerales permiten el correcto funcionamiento de los órganos y disminuye el riesgo de padecer enfermedades como las patologías cardiovasculares y el cáncer. En datos de la OMS, un consumo suficiente de frutas y verduras podría salvar hasta 1,7 millones de vidas cada año. Además, la ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial, pues se calcula que es responsable de un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales.