Que el deporte es bueno para el cuerpo lo conocemos de sobra. Pero resulta que también es bueno para el cerebro. Al menos eso se desprende de una investigación que se ha realizado por un equipo de neurocientíficos de la Universidad de Ginebra. Los científicos han llegado a esa conclusión después de evaluar el rendimiento de la memoria después de una sesión de deporte.
La investigación ha revelado que una sesión de ejercicio físico intensivo de tan solo 15 minutos en bicicleta mejora la memoria, además de la adquisición de nuevas habilidades motoras. Este estudio, publicado en la revista Scientific Reports, destaca las virtudes del deporte tanto para la salud como para la educación. Y en el mismo se señala que los programas escolares dirigidos a reducir los efectos de la neurodegeneración en la memoria podrían beneficiarse de ello.
Habitualmente, justo después de practicar ejercicio, especialmente de resistencia como correr o andar en bicicleta, se siente bienestar tanto físico y psicológico. Es una sensación que se debe a los endocannabinoides, unas pequeñas moléculas producidas por el cuerpo durante el esfuerzo físico. Circulan por la sangre y atraviesan fácilmente la barrera hematoencefálica. Luego se unen para especializar los receptores celulares y desencadenan esta sensación de euforia. Además, estas mismas moléculas se unen a los receptores en el hipocampo, la estructura principal del cerebro para el procesamiento de la memoria.
El estudio
Para probar el efecto del deporte en el aprendizaje motor, los científicos pidieron a un grupo de 15 hombres jóvenes y sanos, que no eran atletas, que realizaran una prueba de memoria en tres condiciones de ejercicio físico: después de 30 minutos de ciclismo moderado, después de 15 minutos de ejercicio intensivo de ciclismo (definido como el 80% de su frecuencia cardíaca máxima), o después de un período de descanso. Y lo cierto es que después de una intensa sesión deportiva, el rendimiento fue mucho mejor.
Además de los resultados de las pruebas de memoria, los científicos observaron cambios en la activación de las estructuras cerebrales con resonancia magnética funcional y realizaron análisis de sangre para medir los niveles de endocannabinoides. Los diferentes análisis coincidieron. Cuanto más rápidos eran los individuos, más activaban su hipocampo (el área cerebral de la memoria) y el núcleo caudado (una estructura cerebral involucrada en los procesos motores).
Asimismo, sus niveles de endocannabinoides siguieron la misma curva. Cuanto más alto era el nivel después de un esfuerzo físico intenso, más se activaba el cerebro y mejor era su rendimiento.
El estudio permite a los investigadores vislumbrar nuevas estrategias para mejorar o preservar la memoria. La actividad deportiva puede ser una intervención fácil de implementar, mínimamente invasiva y económica. Sería útil, por ejemplo, planificar un momento de deporte al final de una mañana escolar para consolidar el aprendizaje.
Los neurocientíficos continúan con su trabajo mediante el estudio de los trastornos de la memoria y, en particular, el estudio de las poblaciones con alto riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Algunas personas tan jóvenes como de 25 años pueden experimentar déficits de memoria sutiles caracterizados por la sobreactivación del hipocampo. Y los investigadores quieren evaluar hasta qué punto la práctica deportiva podría ayudar a compensar estos déficits tempranos que son precursores de la enfermedad de Alzheimer.