El sesgo de optimismo o prejuicio de optimismo se define como la percepción errónea de una persona al considerar que tiene menos posibilidades de experimentar una situación adversa de las que tiene realmente o de las que tienen las personas de su alrededor.

Investigadores del proyecto Barcelona Brain Health Initiative (BBHI) han publicado un editorial en la revista Annals of Neurology en que alertan de que este sesgo puede condicionar el cumplimiento de las medidas de prevención de la Covid-19 y que se puede ver acentuado con el inicio de las vacunaciones. Un estudio realizado con más de 3.300 personas del estado español indica que durante la primera ola de la pandemia un 35% se preocupaba más por la salud de las personas próximas que por la suya.

El trabajo se ha publicado en el marco del proyecto Barcelona Brain Health Initiative, liderado por el Instituto Guttmann, impulsado por la Fundación La Caixa y con la colaboración de la Universidad de Barcelona. El BBHI es un proyecto de investigación destinado a entender como mantener la salud cerebral, que cuenta con una cohorte de más de 5.700 voluntarios.

Las preocupaciones por la salud

Entre marzo y junio del 2020, los investigadores enviaron cuatro cuestionarios y recogieron respuestas de 3.326 personas, donde se incluían cuestiones relacionadas con la preocupación por su salud y la de las personas próximas.

A lo largo de los cuatro meses, un 35% de los participantes manifestaron más preocupación por la salud de amigos y familiares que por la suya. Estos porcentajes se mantenían incluso en los voluntarios con factores de riesgo relacionados con la Covid-19, como la edad, la obesidad o la diabetes, y también en el subgrupo de personas que fueron diagnosticadas de Covid-19, necesitaron hospitalización o tenían una persona próxima diagnosticada, hospitalizada o que murió a causa de la enfermedad.

Las mujeres, más realistas

Los resultados del BBHI también revelan que las mujeres y las personas de más edad son más realistas, y por lo tanto se preocupan más por sí mismas que por los demás. "Aunque suene contradictorio, en el contexto actual de pandemia es más solidario preocuparse por uno mismo, porque la mejor manera de proteger a los demás es protegiéndote tú", argumenta David Bartrés-Faz, investigador principal del BBHI y profesor de la Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la Universitat de Barcelona.

Sobre el sesgo optimista, los investigadores señalan que "puede ser muy beneficioso para reducir el estrés, controlar la ansiedad y promover la salud", en palabras de Álvaro Pascual-Leone, director científico del BBHI­­ y catedrático de Neurología de la Harvard Medical School. "Pero luchar con una pandemia requiere cambios de comportamiento, adherencia a las normas y adopción de prácticas que pueden ser incómodas. Eso puede costar más a las personas con esta perspectiva optimista, y más todavía si con la llegada de las vacunas la gente percibe que su sensación de riesgo disminuye", contrapone.

Culturas individualistas o colectivas

Estos datos coinciden con los del grupo de analítica internacional YouGov, según el cual en el mundo hay un porcentaje elevado de gente más preocupado por el potencial impacto del coronavirus en los demás que en ellos mismos. Aun así, los datos reflejan cambios por países. En Europa, un 22% de las personas manifiesta preocuparse más por los demás que por uno mismo; en los Estados Unidos, esta cifra se reduce hasta el 15% y en los países del Este, hasta el 9%.

Los investigadores señalan que eso se corresponde con diferencias culturales entre sociedades individualistas o colectivas. Las culturas individualistas como las de Europa y EEUU enfatizan los logros y derechos individuales, mientras que las colectivas, como las de Japón, Corea o China, ponen el acento en los objetivos de grupo.