Cuándo el sábado por la noche el presidente del Gobierno de España detalló el contenido del real decreto de estado de alarma por coronavirus sorprendió a todo el mundo incorporando peluquerías y tintorerías a la lista de establecimientos que pueden seguir abiertos durante la emergencia sanitaria. Moncloa ya ha rectificado en el caso de las peluquerías, pero mantiene las tintorerías como comercios de primera necesidad que no tienen que cerrar. El hecho de incluir este sector a la lista de excepciones hace que sus propietarios, todos autónomos, no puedan acceder a las ayudas que prepara el Gobierno. Evidentemente, a pesar de levantar la persiana cada mañana, estos días no tienen trabajo. Por eso, el Gremio de Tintoreros de Barcelona se ha activado para exigir al gobierno que revise la medida.

"Estamos indignados, no entendemos por qué se nos considera de primera necesidad, cuándo el 90% de las tintorerías trabajan para clientes de proximidad y obviamente, estos días no tienen clientela". Así lo asegura el director del gremio, Dionisio Mesa, en declaraciones a ElNacional.cat. El argumento para mantener abiertas las tintorerías en estado de alarma es que hay que lavar la ropa de los centros sanitarios. Con todo, Mesa recuerda que son las lavanderías industriales las que, eminentemente, prestan este servicio sanitario. Estos establecimientos, además, acostumbran a estar en polígonos industriales. Por eso pide que se haga una diferencia.

De los 300 agremiados que está Barcelona, 270 son comercio de proximidad. "No es de recibo que una tintorería de barrio abra", apunta Mesa, que ya se ha puesto en contacto con PIMEC y otros gremios de todo el Estado y prevé hacerlo en las próximas horas con el Govern de la Generalitat. Desde PIMEC apuntan que si las tintorerías fueran un comercio de primera necesidad trendrían un IVA reducido, y no es el caso.

Hasta ahora estaban a la espera de saber qué requisitos pondría a la Generalitat para acceder a las ayudas a autónomos -como ellos. Cuando esta mañana han sabido que quedan excluidos porque el decreto les permite abrir, han puesto el grito en el cielo y han decidido activarse.

Más allá de la cuestión económica, esencial para que puedan seguir subsistiendo, Mesa critica que se les esté exponiendo al riesgo de estar en contacto con la enfermedad. Propone que, si hace falta, se abra la rendija para que puedan trabajar sólo aquellos que prestan servicio sanitario y siempre a puerta cerrada, pero que al resto, la mayoría, les dejen cerrar por precaución.