En la Semana del Corazón, las autoridades sanitarias siguen poniendo énfasis en la necesidad de llevar a cabo una serie de hábitos de vida saludables para poder reducir el riesgo de sufrir enfermedades coronarias y en acudir al médico cuando se descubren síntomas que pueden hacernos sospechar de alguna patología cardíaca. Pero existe una afección que, en muchas ocasiones no presenta síntomas y que se descubre en una consulta rutinaria, al poner el fonendoscopio en el pecho: los soplos.

Tal y como informa la Fundación Española del Corazón, en muchas ocasiones no revisten ninguna gravedad, pero todo depende del tipo de soplo del que se trate. Por el sonido, el médico suele poder diferenciar si se trata de un soplo inocente o funcional o si, por el contrario, este se debe a alguna enfermedad cardiaca. En ocasiones, para precisar el origen del soplo, o si hay dudas, puede ser necesario realizar un ecocardiograma.

Existen dos tipos de soplos, los funcionales o inocentes y los que se producen derivados de enfermedades del corazón. Dentro del corazón existen unas válvulas que se abren y permiten que la sangre vaya en la dirección correspondiente. Cuando lo hacen, emiten un sonido o ruido cardiaco, de carácter rítmico y que se puede escuchar con un fonendoscopio. El paso de la sangre suele ocurrir sin turbulencias y no hay ningún sonido adicional. Sin embargo, en ciertas ocasiones, la sangre fluye formando turbulencias y produce un sonido anormal, como un soplido, lo que se conoce como soplo. Los funcionales no se deben a ninguna enfermedad y son frecuentes en los niños aunque la mayoría desaparecen al crecer.

Corazón

Los producidos por enfermedades del corazón pueden deberse a alteraciones de las válvulas, comunicaciones anómalas en los tabiques que separan las cavidades cardiacas, pueden ser de origen congénito, producidos por infecciones de la garganta causadas por un tipo de bacterias específico denominado estreptococo, generadas por endocarditis o infecciones del corazón, causadas por envejecimiento de los tejidos o, en raras ocasiones, provocadas por otras causas como el incremento de la velocidad de la sangre debido a la hipertensión, fiebre, anemia o aumento de hormonas tiroideas.

Los soplos funcionales no producen síntomas. Es el caso del llamado soplo de Still, que se produce cuando el ventrículo se contrae y obliga a la sangre a entrar en la aorta. O del ductus arterioso, un vaso sanguíneo que se cierra poco después del nacimiento y normalmente desaparece después del primer día.

Cuando el soplo está causado por una enfermedad cardiaca grave se pueden producir síntomas como sensación de falta de aire, dolor en el pecho o pérdida de conocimiento. Pueden darse en la comunicación interauricular, que se trata de un pequeño orificio entre las dos aurículas, aunque en muchas ocasiones no hará un sonido detectable hasta la adolescencia. También puede tener síntomas el defecto septal ventricular, un orificio en el músculo que separa los dos ventrículos, y que a menudo se cierra a medida que el niño madura.

El soplo funcional o inocente no requiere ningún tratamiento ya que no hay enfermedad que tratar. Sin embargo, cuando el soplo lo causa una enfermedad cardiaca sí se debe tratar esa causa que tiene como una de sus consecuencias el soplo. En esos casos, el tratamiento a seguir puede variar. Es posible que sea necesario medicar al paciente o llevar a cabo procedimientos de tratamiento quirúrgicos.