La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha alertado sobre los perjuicios para la salud del pesticida clorpirifós. En un comunicado, esta institución asegura que “no cumple con los criterios requeridos por la legislación para la renovación de su aprobación en la Unión Europea”.

El período de aprobación para el clorpirifós expira en enero de 2020, y la solicitud de renovación de los fabricantes se está evaluando actualmente. La EFSA ha subrayado su preocupación sobre los posibles efectos genotóxicos (sobre el ADN), así como los efectos neurológicos durante el desarrollo, respaldado por datos epidemiológicos que indican los efectos en los niños. Esto significa que no se puede establecer un nivel de exposición seguro o un valor de referencia toxicológico para la sustancia.

Niño

El clorpirifós y qué productos lo llevan

Se trata sin duda de una alerta importante, pues es un pesticida organofosforado que se usa para controlar las plagas de garrapatas del ganado, cucarachas, pulgas y termitas e incluso también se ha llegado a emplear como ingrediente activo en ciertos collares antipulgas para animales domésticos. Es un sólido blanco de apariencia cristalina y de aroma fuerte que o bien se mezcla con líquidos aceitosos antes de ser aplicado a los cultivos o se utiliza en forma de microcápsulas.

Fue desarrollado en los años 60 por la compañía Dow Chemical, y a día de hoy se emplea como pesticida en más de 100 países. Es el plaguicida más frecuentemente detectado en los alimentos españoles, según los análisis de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN). De hecho, la Administración española detectó sus residuos en 117 muestras de 20 alimentos diferentes, lo que supone el 9% de todas las muestras de frutas y verduras. Algunos de estos alimentos son el aceite de oliva virgen extra, los huevos de gallina, las manzanas, las naranjas, los plátanos canarios, las cebollas, las berenjenas, las escarolas o el té rojo. En Estados Unidos, su uso está prohibido.

Huevos

Qué efectos nocivos provoca

Lo cierto es que hasta la fecha, se han realizado estudios tóxicológicos en los que se ha concluido que su exposición tiene efectos nocivos en el cociente intelectual y el grosor de la corteza cerebral. Puede provocar déficit de atención, hiperactividad y pérdida de memoria. Incluso en Estados Unidos, se publicó una investigación realizada por la Universidad de Los Ángeles en los que se relacionaba su uso con casos de autismo en niños.

Además, es un disruptor endocrino, especialmente para las hormonas tiroideas. Según las investigaciones, afecta a la función de las hormonas femeninas o estrógenos e interfiere con el mecanismo que regula las respuestas sociales. También se sabe que aumenta la agresividad en adultos por exposición neonatal y que provoca otros cambios en la conducta. Asimismo, altera el metabolismo de las grasas y la insulina, favoreciendo el riesgo de padecer arteroesclerosis y diabetes.

Con la alerta lanzada por la EFSA, lo lógico es que próximamente, en Europa se prohíba su uso al igual que ha ocurrido en otros países.