Luchar contra la ansiedad es difícil. A veces hace sentir culpables a las personas que la padecen, porque se ven incapaces de controlarla y de disfrutar de las experiencias positivas de la vida. Mantenerla a raya puede resultar a veces tremendamente difícil porque según parece haberse descubierto ahora tiene su origen en las moléculas del cerebro.

Así ha quedado de manifiesto en un estudio que ha logrado identificar las moléculas cerebrales que juegan un papel clave en este trastorno. La investigación es muy interesante puesto que la ansiedad es una patología en continuo aumento en los últimos años y es una de las principales causas de absentismo laboral.

El estudio analiza los orígenes de la misma y el posible diseño de tratamientos tempranos para las personas en riesgo que podrían resultar muy útiles para que los pacientes puedan lograr llevar una vida más o menos normal. Los expertos que han participado en el estudio pertenecen a la Universidad de California (UC), Davis, la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad Estatal de Nueva York en Brooklyn y los resultados aparecen en la última publicación de la revista Biological Psychiatry

Ansiedad

En una investigación anterior que se llevó a cabo con macacos rhesus jóvenes, los investigadores habían identificado que la amígdala forma una parte central del circuito cerebral de temperamento ansioso. La amígdala es una región del cerebro que tiene un papel clave en las emociones de una persona.

En esta ocasión, los expertos utilizaron métodos genéticos, de imagen y comportamiento para investigar cómo funciona a nivel molecular el cerebro de una persona con temperamento ansioso.  Finalmente, encontraron un grupo de moléculas de las cuales seleccionaron una, la neurotrofina-3, que investigaron más a fondo.

Se realizó un estudio más exhaustivo con monos jóvenes, a los que se les aumentaron los niveles de esta molécula en sus cerebros. El incremento de la neurotrofina-3 condujo a una reducción en los comportamientos relacionados con la ansiedad, incluidos los relacionados con la inhibición, que es un factor de riesgo temprano conocido para este tipo de trastornos. Además, los escáneres cerebrales demostraron que se alteraron las actividades en todas las regiones del cerebro que están relacionados con la ansiedad. 

Ansioso

A partir de ahora, los investigadores creen que se debe seguir estudiando esta cuestión, analizando otras moléculas que también tienen relación con la ansiedad y las afecciones asociadas a ella.

Sufrir una cierta ansiedad no es patológico. Es un sentimiento ancestral que nos permite reaccionar de forma adecuada a situaciones que percibimos como peligrosas para nuestro organismo. Pero las personas que la sufren de forma continua, incluso empeorando con el tiempo, y que debido a su presencia ven cómo se altera su vida familiar, laboral, escolar y afectiva, deben acudir a un especialista para que prescriba el tratamiento más adecuado. Y, según la Organización Mundial de la Salud, son más de 264 millones de personas en todo el mundo las que la experimentan y ven alterada su vida diaria.