Alemania alargará hasta el 7 marzo un cierre de la vida pública iniciado hace 100 días, pese al descenso continuado de los contagios y ante el temor a que la propagación de nuevas mutaciones de la Covid inviertan esta evolución positiva. El propósito de la canciller Angela Merkel era mantener el nivel actual hasta el 14 de marzo. Topó, sin embargo, con el rechazo de algunos de los 16 "Länder" -estados federados-, por lo que se consensuó la fecha del 7 de marzo.

Antes de esa fecha se iniciará el regreso gradual a la escuela presencial, de acuerdo a los criterios de cada "Land"; el 1 de marzo podrán reabrir también las peluquerías, tal como reclamaban algunos poderes regionales a modo de inicio de la relajación. Para una fase siguiente -no concretada- quedará la reapertura de la vida comercial -en tiendas reducidas y con aforo limitado-, así como de los museos y otras instituciones culturales.

"Los esfuerzos de los ciudadanos por lograr un descenso de los contagios han dado sus frutos, lo que les agradezco desde aquí", indicó Merkel tras la reunión. La detección de casos en Alemania de la variante británica, "que es más agresiva", recalcó la canciller, obliga a mantener la cautela. La incidencia acumulada en siete días en el conjunto del país había bajado este miércoles a 68 contagios por 100.000 habitantes. Un claro descenso respecto al pico de 197,6 nuevas infecciones que se había registrado el 22 de diciembre. El objetivo de Merkel es situarlo por debajo de 50 positivos semanales por 100.000, nivel que considera necesario para poder volver a rastrear todas las cadenas de contagios.

angela merkel - efeImagen: Angela Merkel durante la comparecencia / EFE

La nueva prórroga

Las decisiones adoptadas por Merkel y los líderes regionales suponen una nueva prórroga a unas restricciones que empezaron el 2 de noviembre con el cierre de la restauración, el ocio y cultura. Les siguieron, en diciembre, los de los comercios no esenciales y de la actividad escolar presencial. El parón de la vida pública se planteó entonces hasta principios de enero; pero los sucesivos picos de contagios con que se entró en 2021 derivaron en sucesivas prórrogas.

Tras cien días de parón, Alemania parece sumida en una especie de estado de hibernación; los bares y restaurantes solo pueden ofrecer cafés, bebidas o comidas para llevar, algunos comercios tratan de mantener cierta actividad con venta online, mientras el conjunto de la vida cultural y el ocio están cerrados a rajatabla. A ese letargo se sumó ahora el frío extremo y las nevadas caídas en prácticamente todo el país.

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Imagen: El confinamiento en Alemania / EFE

Desde el domingo se suceden las imágenes de carreteras y autopistas con camiones atravesados sobre la calzada pese al trabajo ininterrumpido de las quitanieves. No hay restricciones al paseo o el deporte individual al aire libre, ni tampoco a la movilidad dentro del país. Pero las temperaturas reinantes -la máxima hoy en Berlín fue de 8 grados bajo cero- no ayudan a mantenerse físicamente activos. Es complicado mantener rutinas diarias normalizadas, más allá de las laborales y pese al optimismo aportado por la evolución positiva de la pandemia. 

Los esfuerzos de las autoridades se centran ahora en acelerar la vacunación tras el decepcionante arranque de la campaña. Hasta ahora han recibido la primera dosis de la vacuna 2,344 millones de personas -un 2,8 % de la población-; y a 1,02 millones de ciudadanos -un 1,2 %- se les inyectó ya la segunda dosis.