Un equipo de expertos del Instituto Nacional de Investigación en Estados Unidos han examinado una cuestión que en muchas ocasiones se ha considerado tabú: la depresión de las madres antes y después de dar a luz y cómo puede afectar ésta a la relación madre-hijo.

La investigación, Mother–infant interaction in women with depression in pregnancy and in women with a history of depression: the Psychiatry Research and Motherhood – Depression (PRAM-D) study (Interacción madre-hijo en mujeres con depresión durante el embarazo y en mujeres con antecedentes de depresión: el estudio Psychiatry Research and Motherhood - Depression (PRAM-D) ha sido recogida en la revista BJPsych Open.

El estudio

Los investigadores observaron la calidad de las relaciones entre madre-hijo ocho semanas y 12 meses después del nacimiento en un grupo de 131 mujeres: 51 madres sanas sin depresión actual o pasada, 52 madres con depresión y 28 madres con antecedentes de depresión pero sin diagnóstico actual. Las madres jugaban con sus bebés mientras los investigadores calificaban la relación basándose en siete aspectos del comportamiento: expresión facial, expresión vocal, posición y contacto corporal, afecto y excitación, contingencias de turno, control y elección de actividad.

Madre y bebéEl estudio tuvo en cuenta hasta siete comportamientos para hacer las mediciones

Tanto a las ocho semanas como a los 12 meses, las madres y los bebés de los grupos de depresión y de solo antecedentes mostraron una calidad de interacción con los hijos reducida. Específicamente, a las ocho semanas, el 62% en el grupo de madres con depresión durante el embarazo y el 56% en el grupo de madres con antecedentes solo de depresión puntuaron en la categoría más baja de calidad de relación, donde se recomiendan intervenciones terapéuticas, en comparación con 37 % en el grupo sano.

Todos los grupos de madres y bebés mejoraron en la calidad de su relación entre las 8 semanas y los 12 meses, lo que, según los investigadores, indica que con el tiempo todas las madres y sus bebés pueden estar más en sintonía entre sí. A los seis días, los bebés recién nacidos de madres en los grupos de depresión e historial solo tenían un comportamiento social interactivo disminuido, lo que, junto con las dificultades socioeconómicas de la madre, también era predictivo de una calidad de interacción reducida, mientras que la depresión posparto no lo era.

La Dra. Rebecca Bind, autora principal e investigadora asociada del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King's College de Londres, subraya: “nuestro descubrimiento concluye que los profesionales de la salud mental perinatal deben ofrecer apoyo no solo a las mujeres con depresión durante el embarazo, sino también a las embarazadas con antecedentes de depresión, ya que también pueden estar en riesgo de dificultades de interacción. Las investigaciones futuras deberían intentar comprender por qué un historial de depresión, a pesar de un período perinatal saludable, puede afectar el desarrollo de la relación”.

Los expertos recomiendan que los profesionales de la salud proporcionen a las mujeres embarazadas en riesgo de tener dificultades de relación con ejemplos de comportamientos positivos de cuidado y con formas de involucrar a sus bebés y comprender sus necesidades, lo que podría incorporarse en las clases de crianza y parto y en las visitas médicas.