La obesidad es un factor de riesgo que puede facilitar el contagio del coronavirus pero también una recuperación más lenta o un empeoramiento de la enfermedad. Ahora, la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) ha puesto cifras concretas y ha señalado que el 80% de los pacientes con formas graves de infección por coronavirus tenían obesidad.

Este dato se tiene que sumar a que, de manera frecuente, la obesidad también se relaciona con otras enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial o las enfermedades cardiovasculares.

La combinación de estos problemas puede determinar un pronóstico peor en la lucha para superar el coronavirus. Por otra parte, también se ha demostrado que los pacientes con obesidad y esteatohepatitis (un grado de hígado graso que presentan frecuentemente los pacientes con obesidad), tienen un mayor riesgo de contagio.

¿Cómo actúa la obesidad?

Según detalla un comunicado del Hospital Clínic, se sabe que la obesidad se caracteriza por un estado inflamatorio crónico de bajo grado, con "incremento de citoquinas (moléculas inflamatorias), que disminuye la capacidad de respuesta ante la infección respiratoria" y promueve un empeoramiento de la enfermedad. Además, la obesidad se asocia a una "inmunidad deteriorada, lo que hace a los pacientes más susceptibles ante todo tipo de infecciones" y provoca una menor eficacia de las vacunas.

Otra tipología es la obesidad abdominal, que todavía da un grado más de dificultad respiratoria por disminución del volumen de reserva pulmonar, resistencia al flujo aéreo y dificultades de movilización de la caja torácica.

Y en paralelo, la obesidad también se relaciona con una mayor predisposición a la trombosis, es decir, a la formación de un coágulo en el interior de un vaso sanguíneo. No podemos olvidar que la trombosis es la principal causa de morbilidad y mortalidad desde finales del siglo XIX.

Precauciones

Desde SEEDO se acuerda que las personas que sufran esta enfermedad, extremen al máximo las medidas de prevención ante la infección y mantengan una alimentación saludable que les ayude a controlar su peso. Además, estos cambios en el estilo de vida se podrían acompañar de tratamiento farmacológico o quirúrgico en pacientes esmeradamente seleccionados.

La telemedicina permite seguir en contacto con los pacientes y superar las barreras para el tratamiento que supone el distanciamiento y aislamiento social, ya que la pandemia obliga a limitar las visitas presenciales. Desde el área de Obesidad del Hospital Clínic, "se valoran sus beneficios y se ha apostado para mantener los programas de seguimiento individuales o grupales de manera virtual".