Después de la convención estatal, Pablo Casado ha optado por quedarse definitivamente en las posiciones más ultras. Ayer, en la plaza de toros de València, no sólo prometió traer al president Carles Puigdemont a España, sino también recentralizar la competencia de prisiones de Catalunya y el País Vasco o derogar muchas de las leyes aprobadas por el Gobierno, como la de memoria democrática. Frente a esto, la extrema derecha de Vox se ha mostrado relativamente satisfecha. Y le ha hecho un ofrecimiento para redoblar la apuesta: su apoyo a cambio de desmantelar el estado de las autonomías.

En rueda de prensa este lunes, el portavoz ultra y eurodiputado Jorge Buxadé ha asegurado que Pablo Casado podrá contar con sus votos si es para "desarbolar" el estado de las autonomías, recuperando por ejemplo las competencias de prisiones y muchas otras, o para derogar leyes estatales del PSOE y Unidas Podemos y también autonómicas, como la ley LGTBI de Madrid o la ley de memoria andaluza. En este sentido, la extrema derecha ha asegurado que todo aquello que "se acerque a los postulados de Vox" es y será "bienvenido".

No obstante, el portavoz de Vox ha reclamado al líder del PP "menos discursos y más política". Buxadé también ha querido recordarle que "para ser presidente no necesita el apoyo de los compromisarios del PP, sino de millones de españoles". Y ha remachado en esta línea: "Hay millones de españoles que decidieron no vivir arrodillados y no votar tapándose la nariz". El PP, ha afirmado, no puede vender la piel del oso antas de matarlo.

Por todo eso, el portavoz de la formación de extrema derecha ha insistido a los populares en que no se adelanten tantos escenarios. Primero "veremos cuál es el partido más votado a las próximas elecciones generales", porque "igual es Vox y es Abascal quien tiene que conformar gobierno". Y ha concluido: "Esto no se arregla con dos o tres discursos en una plaza de toros. Esto se arregla con política real, queriendo cambiar España de verdad".

Casado vuelve a la dureza

El Partido Popular es "el partido que paró el plan Ibarretxe y el plan Puigdemont". Y así seguirá siendo. En estos términos se expresó el líder del PP, Pablo Casado, desde la plaza de toros de Valencia, donde cerró la convención estatal de los populares. No sólo eso, sino que garantizó que mantendrá la mano dura contra el independentismo. E incluso se comprometió a " traer Puigdemont al Tribunal Supremo aunque tengamos que viajar hasta el último país de Europa". Casado recuperó ayer el discurso más duro y dio una vuelta de tuerca, apelando a un "constitucionalismo militante", a diferencia de la actual Constitución española, que no reclama militancia. El viaje al centro fue un espejismo. Vuelve la competición con Vox (y con Ayuso).