"La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles". Esta frase del pintor Francisco de Goya retrata el clima vivido en el Teatro Goya de Madrid por la coalición Unidos Podemos durante la noche del 26-J. Con 71 escaños, dos más que el 20-D, la fusión entre podemitas e Izquierda Unida no ha tenido el éxito que buscaba. Juntos han perdido 1 millón de votos respecto de la última vez y no han conseguido hacer el ansiado sorpasso al PSOE. Sin respuesta sobre las expectativas pinchadas, la desilusión se hacía evidente en el rostro de su líder, Pablo Iglesias, quien ha salido para confirmar la pérdida de apoyos de las fuerzas progresistas, y la "preocupante" victoria del PP. "No son unos resultados satisfactorios para nosotros, teníamos unas expectativas diferentes", dijo el secretario general.

Ni sumar ni multiplicar. La alianza con los de Izquierda Unida ha restado y hecho perder votos a ambos, pero Iglesias niega en redondo estar arrepentido por no haber hecho a Sánchez Presidente, o por haber forjado este entendimiento con IU. Así las cosas, las caras largas en el fondo, por parte del secretario político -y estrateg- los podemistes, Íñigo Errejón, parecían insinuar algo diferente de las palabras del líder. Errejón siempre había recelado del acuerdo con los unidos, preocupado porque pudiera escorarlos a la izquierda. "No es lo que esperábamos", había dicho con el 50% escrutado, horas antes.

La alianza con Izquierda Unida ha hecho perder votos a ambos

Las encuestas a pie de urna habían dibujado el más soñado de sus escenarios, con una pinza de 91-95 diputados. Pero la euforia por la posibilidad de un gobierno de izquierdas ha ido seguida del baño de realidad. "Las encuestas a pie de urna históricamente fallan", recordaba Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida. "Precaución y prudencia", había advertido. Sin embargo, la razón, o la realidad en este caso, es lo que ha hecho emerger los monstruos para la coalición.

Lo siguiente ha sido la crónica de una sonrisa enturbiada y ya no de un país. Desde la sala donde seguían el recuento, Podemos sólo gritaba cuando subía un escaño. El resto del tiempo todo era silencio, más lejos de la mayoría absoluta ilusoria con el PSOE. Ahora bien, en medio de la expectativa pinchada, Errejón había encontrado un espacio para la esperanza: "Es un mal para España, porque retrasan un proceso de cambio político, pero nuestra formación se consolida y seguimos siendo el único vector de cambio ", había asegurado el número dos, quien se ha querido mostrar prudente hasta que Iglesias hablara.

Pero si este cambio debe producirse, deberá ser con más apoyos que no sólo el de los socialistas. Iglesias ha explicado que le había enviado un mensaje a Sánchez para hablar. Ahora bien, no ha afirmado nada en rotundo, ni cerrado la puerta tampoco a la posibilidad de entenderse con Ciudadanos, de quien asegura, "nació para impedir que gobernemos". A falta de valorar los resultados, el líder del partido tampoco piensa que deba dimitir. Esta noche se reunirá con su equipo para encontrar una explicación a la pérdida de un millón de votos que el pasado 20-D sí había obtenido la suma de Podemos y IU. Errejón tendrá mucho que decir de ahora en adelante sobre el futuro de los Unidos y de un Garzón denostado.